Estas estructuras han sido testigos del paso del tiempo, guardianes de una joya, aunque ahora son silenciosas, siguen resonando en el alma de los quiteños
En el corazón de Quito se encuentran los campanarios de San Francisco y Santo Domingo. Estas estructuras han sido testigos del paso del tiempo, guardianes de una joya, aunque ahora son silenciosas, siguen resonando en el alma de los quiteños.
“Antes sonaban a cada hora”, señaló Vicente Ramos, coordinador del museo del Convento de Santo Domingo.
El campanario de San Francisco es uno de los más antiguos de la ciudad. Data del siglo 19 y marcaba el ritmo de las personas de esa época. “Los custodios indican que la campana es la voz de Dios, que significa cada toque”, expresó Santiago Chiriboga, restaurador del Instituto Metropolitano de Patrimonio (IMP).
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Este patrimonio inmaterial con el tiempo ha sufrido daños. Uno de ellos fue el terremoto de 1868. A unas cuadras está el campanario de la iglesia de Santo Domingo, conocido por el replique de sus campanas a cada hora. Hacían un llamado para las festividades y el inicio de la misa. Hoy, también ha dejado de funcionar.
Aunque ya no repiquen, los campanarios son una joya quiteña, parte fundamental de la historia y paisaje arquitectónico.
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