La reserva Munay Suyu es un santuario en el corazón de Napo con más de mil hectáreas de bosque
El clima tropical de la reserva Munay Suyu favoreció la presencia de 300 especies de insectos y otras 500 variedades de flores.
Bajo las faldas del parque nacional Antisana, la reserva Munay Suyu guarda un tesoro vivo: mil hectáreas de bosque en la parroquia Cotundo, en Archidona, provincia de Napo.
Sus árboles se alzan con troncos que parecen columnas sosteniendo un dosel de hojas. Entre sus 18 especies destacan las bateas, chunchos y uvas.
Temporada de florecimiento
En la reserva Munay Suyu, entre septiembre y octubre florecen cinco mil guabas. Entre septiembre y octubre, unas cinco mil guabas, junto a los arbustos de liche, florecen.
El zumbido de las abejas resuena en la selva, atraídas por el néctar de sus flores blancas y amarillas. En la reserva es el hogar de 300 especies de aves como el arrapatero negro y brillante, o el chaguamango, un ave endémica que cuelga sus nidos en lo alto de los laureles. También, el “colibrí coqueta”, diminuto y ágil, es uno de los símbolo de Munay Suyu.
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La geografía
El río Nina Caspi nace al norte y se une al Chiniyacu, formando el caudaloso Jonachii, hogar de especies como el pez ñanchi, lupe y gualala. A lo largo de sus riberas, las rocas cubiertas de líquenes, musgos y flores silvestres, como la guacamayo y el gallo, atraen a los pájaros chiu, reconocibles por su plumaje oscuro y su distintivo pico negro.
La geografía rocosa esculpe el trayecto del agua, que se desploma en cascadas de hasta diez metros. El agua ha moldeado 21 cavernas, algunas miden kilómetro y medio bajo la superficie de Munay Suyu. En su interior, estalactitas y estalagmitas han creado curiosas figuras, como la que los comuneros han bautizado "el rinoceronte de roca".
Un río subterráneo revela el hogar de una colonia de 300 murciélagos pardos, que cuelgan de las paredes húmedas y comparten el espacio con las “arañas escorpión”, capaces de sobrevivir sin alimento durante meses.
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Protección humana
Cuatro guardaparques y 200 habitantes de Huiruno y Osayacu monitorean el bosque, lo protegen de la deforestación y cuidan que los senderos permanezcan limpios. Entre sus árboles preciados cuentan la sangre de drago y el copal, especies medicinales que han utilizado para curar heridas y dolencias.
“Nosotros hacemos siempre mingas para poder reforestar, limpiar los ríos, cuidar a la madre naturaleza y así tener una vida sana”, comenta Carmen Mamallacta, habitante de la comunidad Jondachi.
“También tenemos que comprender que no solo se trata de reforestar, de limpiar ríos, al preservar la madre naturaleza estamos preservando nuestras costumbres. Mantener la vida es tambien mantener nuestra cultura", explica Apuq Ñaupany, habitante de la zona de la reserva Munay Suyu.
Una zona abundante en flora y fauna
El clima tropical, con temperaturas de 20 grados, ha favorecido la presencia de unas 300 especies de insectos que encuentran formas ingeniosas de adaptarse. La mariposa monarca, con sus alas naranjas surcadas de líneas negras y bordeadas de puntos.
Munay suyo está atravesado por un sendero de 20 kilómetros, empedrado y flanqueado por árboles de matapalo, heliconias, verbenas y otras 500 variedades de flores. Completar el recorrido puede llevar una semana, partiendo desde Ninacaspi hasta la comunidad de Osayacu. Desde allí, es posible contemplar el volcán sumaco, cuya silueta se revela poco a poco cuando la niebla se disipa al caer el sol.
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