Menores envueltos en crímenes, el trágico resultado del abandono estatal
En lo que va del año, son 18 los menores de edad detenidos por asesinato. Expertos expresan preocupación y las causas detrás de la participación de jóvenes en delitos.
Las imágenes del crimen del conductor de autobús en Guayaquil han causado conmoción y repudio de la sociedad. La noche de ayer, 15 de abril de 2024, en un video quedó registrado el momento de terror en el que un conductor fue atacado durante un violento robo en el suburbio de la ciudad.
Si se repasa las escenas en cámara lenta, se ve cómo el menor de 14 años trató de ejecutar a la víctima en más de una ocasión, ni los ruegos de la hija del conductor, ni los intentos fallidos con su arma, disiparon que finalmente cometiera el acto.
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El hecho revela un patrón en la participación de jóvenes en crímenes que no es nuevo. Está casi normalizado que ahora figuren como autores de sicariatos, extorsiones, ataques armados llegando incluso a liderar bandas narcodelictivas.
Expertos consultados por Ecuavisa.com expresan preocupación por el aumento de casos y explican las causas detrás de la participación de jóvenes en delitos. Aquí los detalles.
Menores en el crimen, víctimas y victimarios
Para entender el crimen de ayer y la frialdad con la que pudo actuar un menor de 14 años contra la vida de alguien más, dice Javier Gutiérrez, sociólogo y director de Alianza Noruega, se debe regresar a años atrás, cuando los primeros signos de violencia perpetrada por menores comenzó.
Entre 2013 hasta 2019, recuerda Gutiérrez, a los barrios más vulnerables de Guayaquil se tenía que ir con cuidado, pero nada parecido a la actualidad. Él lo afirma porque lo vivió a través de la oenegé internacional que lidera, la cual trabaja ejecutando proyectos sociales de prevención de violencia justamente en zonas vulnerables.
Sin embargo, la violencia recrudeció desde finales de 2020 y comienzos de 2021: "Se agravó en la pandemia, desde entonces se fue de las manos". En ese periodo, además, fue cuando la deserción escolar, según Unicef, dejó 90 000 jóvenes y niños fuera del sistema educativo.
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De acuerdo a Gutiérrez, poco a poco se hizo evidente que grupos armados comenzaron a reclutarlos: "Ahora, incluso niños de apenas 11 años están portando armas", lamenta.
Explica que el ciclo criminal opera así: en primer lugar, los narcotraficantes buscan que los jóvenes se conviertan en consumidores, ya que luego serán ellos quienes necesitarán dinero para adquirir drogas. Entonces, se ven obligados a obtenerlo mediante su propia venta. Además, según el sociólogo, para ascender dentro de la organización el adolescente cumple varias etapas, como la amenaza hasta que cometer asesinatos, "necesitan demostrar que pueden cometerlos".
"Es alarmante el nivel de descomposición al que hemos llegado en términos de la vulnerabilidad de estos jóvenes frente a grupos organizados, que los reclutan, los entrenan, los amenazan y finalmente los absorben".
El menor de 14 años, sin antecedentes penales previos, junto con el otro joven de 24 años también detenido, según el comandante de Policía de la Zona 8, Víctor Herrera, estarían vinculados en asaltos y robos a mano armada en autobuses de transporte público de la línea número 45, ubicada a pocas cuadras de sus hogares, aunque no confirmó su pertenencia a una banda criminal.
Para Gutiérrez, este caso pone de relieve varios factores que contribuyen al incremento de la delincuencia juvenil, no solo la falta de oportunidades por el abandono estatal y la deserción escolar, sino también la desestructuración familiar.
De eso último conoce bien la doctora psiquiatra Julieta Sagnay, quien explica que el caso es el resultado de una generación que estuvo involucrada en el microtráfico, tanto como vendedores como consumidores de drogas. "Ahora son los padres de jóvenes que han normalizado estos actos desde los cimientos de sus hogares", dice y advierte que la situación podría empeorar aún más en el futuro cercano:
"La psicopatía y su vinculación con la criminalidad en este país es transgeneracional y no va a mejorar. El tipo de criminal que está surgiendo está siendo moldeado por sus propios padres".
En la misma línea, Martha Espinoza, psicóloga en la Fundación Juconi, complementa que es inevitable el desarrollo de personalidades peligrosas en menores que crecen en entornos violentos: "El niño que ve matanzas aprende a matar (...) Los niños hace décadas que piden gritos de auxilio".
Espinoza reflexiona sobre lo que yace detrás del acto de ayer, destacando que el problema es sistémico y que los más vulnerables son los menores de edad: "Las bandas encuentran terreno fértil en aquellos con mayores necesidades; no solo económicas, sino también de pertenencia y afecto".
Sin embargo, ¿es posible rehabilitar a un joven que ha cometido homicidios? Para la psiquiatra, Sagnay, si es posible, pues aún no está estructurada por completo su personalidad, ni ha culminado el neurodesarrollo, pero "debe ser un tratamiento integral, con más factores de protección".
Por otro lado, el sociólogo señala que existen etapas para orientarlos, "en la etapa que vimos ayer ya no está en condiciones de estar en la sociedad".
Hasta marzo de este año, el número total de adolescentes con medidas socioeducativas privativas de libertad en los Centros de Adolescentes Infractores (CAI) a nivel nacional asciende a 254, todos ellos menores de 17 años. Según datos del Ministerio del Interior, 18 fueron detenidos por asesinato.
La primera reacción ante estos casos suele ser abogar por penas más duras, de hecho, el comandante Herrera, durante la rueda de prensa hizo un llamado para el cambio de legislación, en este caso, del Código Orgánico de la Niñez y Adolescencia: "Se los juzgue no por la edad, sino por el nivel de violencia de estas personas".
Gutiérrez sostiene que el endurecimiento de las penas y la simple militarización de los barrios no abordan el problema de raíz. Hasta el momento, la única estrategia del gobierno de Daniel Noboa ha sido la movilización de militares, mientras que se ha prestado poca atención a las políticas sociales.
En su lugar, el sociólogo propone la implementación de programas que generen experiencias positivas y se centren en comunidades específicas para recuperar el territorio perdido. Asimismo, sostiene que es crucial invertir en actividades culturales y académicas que involucren a los jóvenes, siguiendo ejemplos exitosos como en Medellín, Colombia.
En este contexto, los expertos hacen un llamado al Estado para que declare en emergencia la situación de los jóvenes, pero también a la sociedad, ya que aseguran que los casos no cesarán si no se toman medidas.
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