Una buena alimentación refuerza la capacidad del cuerpo para luchar contra enfermedades.
Ante la amenaza del COVID-19, una nutrición e hidratación adecuadas son vitales. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), lo que comemos y bebemos puede afectar a la capacidad de nuestro organismo para prevenir y combatir las infecciones.
Según el portal eldiarony.com, entre las recomendaciones para enrumbarte por una buena alimentación está el consumir comidas con poca o sin sal agregada. La OMS sugiere consumir menos de 5 g de sal al día (una cucharadita).
Las sopas enlatadas, pizza, sándwiches, panes, panecillos, burritos y embutidos son de los alimentos con más sal, según la Asociación Americana del Corazón.
Reduce el uso de salsas y condimentos salados, como la salsa de soja, caldo de carne o la salsa de pescado.
Comer o beber demasiada azúcar frena las células del sistema inmunológico que defienden de microorganismos. Este efecto dura al menos unas horas después de ingerir un par de bebidas azucaradas.
La OMS recomienda un máximo de 6 cucharaditas de azúcar agregado al día. Evita las bebidas azucaradas como refrescos, jugos, bebidas energéticas y algunas proteínas en polvo.
También limita bocadillos procesados, galletas, pasteles, golosinas, cereales azucarados, frutas en almíbar, así como el uso de azúcar, jarabes y miel que agregas a tus alimentos y bebidas. Escoge fruta fresca, congelada o enlatada en su jugo.
Para limitar las grasas saturadas, elimina el exceso de grasa de las carnes y aves, consúmelas sin piel. Opta por cocinar al vapor, a la parrilla o saltear en lugar de freír los alimentos.
Elige aceites insaturados como el de oliva y consume alimentos que contengan grasas saludables como pescado, nueces y aguacate.
Evita los alimentos procesados y fritos que comúnmente contienen grasas trans, como las rosquillas, galletas, masas de pastel, pizzas congeladas y galletas saladas.
En cuanto al alcohol, la OMS señala que este debilita el sistema inmunológico; es decir, mina la capacidad de tu cuerpo para hacer frente a enfermedades infecciosas, incluida la COVID-19.
El alcohol también hace que ciertos medicamentos sean menos efectivos, al tiempo que aumenta la toxicidad de otros.
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