La alimentación emocional puede desarrollarse de forma inadvertida.
Cuando estamos en un punto bajo emocionalmente, solemos presentar numerosos síntomas, tanto físicos como psicológicos, algunos tan notorios como la alopecia o sarpullido, y otros menos evidentes, como un aumento en el apetito.
Bien sea una decisión consciente o inconsciente, que nuestra alimentación esté a merced de nuestros vaivenes emocionales puede afectar a la salud y sabotear tus esfuerzos para bajar de peso, ya que usualmente se termina consumiendo demasiados alimentos ricos en calorías, azúcar y grasa.
Pero, no todo está perdido, ya que existen medidas que puedes tomar para volver a tener el control de tu alimentación, y de paso, redirigir tus esfuerzos de dieta. Quédate con nosotros para saber cómo puedes hacerlo.
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¿Qué significa comer por razones emocionales?
Comer por razones emocionales, también llamado Alimentación emocional, hace referencia al consumo de alimentos por motivos ajenos a saciar el hambre.
Es decir, comes pero no por tener la necesidad, sino por impulsos emocionales, bien sea como recompensa por una acción, o bien sea como consuelo o tranquilizante de la depresión y el estrés. Hay varios desencadenantes de esta condición, pero los más usuales son:
Comer puede tranquilizar y distraer al afectado de lo que realmente le está molestando, pero hay que tener en cuenta que la mayoría de productos que se consumen son azucarados o con alto contenido en grasas saturadas, ya que estos proporcionan placer y satisfacción temporales.
A eso se suma, que la persona termine consumiendo más de lo que necesita o desea, llevando a que el riesgo de padecer distintas enfermedades, como la diabetes o problemas cardiovasculares, aumenten con el tiempo.
¿Cómo puedes controlar ese impulso?
Independientemente de la emoción que te lleve a comer en exceso, lo cierto es que el resultado final es el mismo, y la sensación persiste, ya que el efecto "consuelo" simplemente es temporal.
Incluso, es posible que te encuentres enfrentando la carga adicional de la culpa por no haber logrado tu objetivo de pérdida de peso, lo que puede llevar a un ciclo poco saludable: tus emociones te llevan a comer en exceso, luego te castigas por no cumplir con tu objetivo, te sientes mal y vuelves a comer en exceso.
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Cuando las emociones negativas están a punto de provocar una alimentación emocional, puedes tomar medidas para controlar los antojos. Así, la Clínica Mayo brinda unos consejos para ayudar a prevenir la alimentación emocional, entre los cuales tenemos:
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