Las ventas informales se toman el Centro Histórico de Quito mientras los centros comerciales del ahorro tienen puestos vacantes por llenar
La presencia de vendedores ambulantes se incrementa durante los fines de semana. Una propuesta es ubicarlos en los centros comerciales del ahorro, pero estos no tienen suficiente espacio para albergar a la gran cantidad de comerciantes autónomos.
La calle Chile es la principal arteria del comercio informal en el Centro Histórico de Quito. Por ahí confluyen cientos de vendedores con toda clase de mercaderías y dan vida al desorden, principalmente los fines de semana.
Se ubican desde la intersección con la Montúfar, a la altura de La Marín, y suben cuatro cuadras hasta la Imbabura frente al centro comercial Hermano Miguel. En ese trayecto, recorren el circuito del poder frente a la Presidencia de la República y los palacios Municipal y Arzobispal, en plena Plaza Grande. También andan por las inmediaciones de la Vicepresidencia o el Ministerio de Gobierno.
Siempre llevan en sus manos unas bolsas transparentes con frutas, verduras, dulces o simplemente prendas de vestir o accesorios para teléfonos celulares. También se movilizan por las vías paralelas Mejía, Sucre, Bolívar y Rocafuerte.
Copan las esquinas, pequeñas plazoletas, aceras o portones de iglesias. Siempre están alertas de que no los ubiquen los agentes metropolitanos y les llamen la atención o les retiren la mercadería. Según la Ordenanza 280, que regula la actividad comercial en espacios públicos, está prohibida la instalación de puestos fijos de venta informal sin autorización municipal. Por eso, los autónomos caminan por las vías principales del Casco Colonial.
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Ángel Caiza, del Frente de Defensa del Centro Histórico y propietario de un local en el centro comercial del ahorro (BBB) Granada, afirma que la Chile y otras calles peatonalizadas se han convertido en un espacio de feria con desorden, inseguridad y bullicio. "Es la pelea por el dólar frente a artesanos e indigentes".
Afirma que la competencia es desleal, pues los comerciantes de los BBB pagan alícuotas e impuestos para trabajar, mientras que los autónomos solo permanecen afuera y solo perciben ganancias. Por eso, algunos que tienen puestos han optado por dejarlos encargando con otras personas y también salen a la calle.
La dirigente Gladys Torres opina que los operativos de la Alcaldía resultan insuficientes. Si bien la Agencia Metropolitana de Control (AMC) y los agentes municipales hacen intervenciones de forma permanente, los vendedores ambulantes vuelven tras los operativos. De hecho, las estadísticas de la AMC refieren que 529 multas fueron emitidas desde 2022 hasta lo que va de este año.
Como medida de última instancia y pese a las socializaciones, si el autónomo no regularizado persiste en salir, y luego de entregarle dos actas de advertencia, se procede a la retención de la mercadería para garantizar el uso adecuado del espacio público.
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El vendedor puede acercarse a la bodega de la AMC, en un plazo de 72 horas, para retirar sus productos perecibles (comida) y 60 días los no perecibles. Los alimentos que, transcurrido el tiempo establecido, no fueron reclamados, se donan a organizaciones no gubernamentales que ayudan a personas en situación de calle, niños con discapacidad severa y de escasos recursos económicos.
Como parte del proceso antes descrito, en lo que va del 2024 se han entregado 2 802 actas de advertencia (amarillas y naranjas) a comerciantes no regularizados. Desde enero hasta agosto de 2024 se ejecutaron 1 283 retenciones.
Para el concejal Juan Báez, es primordial buscar soluciones a la problemática porque el comercio autónomo se ha incremenado a la par que el desempleo. Con base en datos levantados por el Municipio, afirma que en Quito hay aproximadamente entre 12 000 y 17 000 vendedores informales, dependiendo de la época. De esos totales,
7 000 se concentran únicamente en el Centro Histórico, por lo que urge regular esta actividad.
A su juicio, una solución al problema es optimizar la funcionalidad de los centros 11 comerciales del ahorro Bueno, Bonito y Barato (BBB) de la ciudad. Por eso, trabaja en un proyecto de ordenanza para dinamizar a estos establecimientos porque la mayoría tiene puestos vacantes (ver cuadro de abajo).
Datos de la Agencia de Coordinación Distrital de Comercio (ACDC) refieren que en los BBB hay 5 710 locales y 354 están sin ocupar, actualmente. El centro comercial que luce más abandonado es el de La Merced, en las calles Cuenca y Mejía con 122 espacios libres.
La mayoría se ubica en la planta alta. Al recorrerla se puede observar la suciedad y el abandono. Apenas un local está abierto y es el de Pedro Calderón, quien es botánico y se dedica a dar tratamientos de medicina natural. Cuenta que antes de la pandemia del covid-19 había bastante movimiento, pero ahora solo hay desolación.
"Los comerciantes no vienen porque saben que la gente no sube a compar aquí. En la calle tienen mayores facilidades para vender", dijo a Ecuavisa.com. Otra vendedora manifestó que la competencia es desleal y los dueños de varios locales prefieren trabajar en la calle. "Tienen puestos en el Granada, Hermano Miguel, Montúfar e Ipiales Mires. Expenden frutas ya que el negocio no les sale rentable vendiendo adentro de los centros comerciales".
Wladimir Acuña es presidente de los centros comerciales del ahorro. Afirma que hay 700 locales sin utilizar en los BBB, pero sumando también a los que sí tienen propietarios y los dejan abandonados. Le parece imposible reubicar a los 7 000 informales que deambulan en las calles, plazas y esquinas del Casco Colonial. "Apenas hay espacio para un 10%, ¿a dónde va a ir el resto?".
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A esto se suma que el desempleo se incrementa en el país y eso fomenta la informalidad, por lo que se puede reubicar a un grupo de informales, pero luego vendrá más gente a ejercer la misma actividad.
Acuña también preside el centro comercial Hermano Miguel en donde los dueños de los negocios están prohibidos salir a vender en la calle. Considera que a los BBB se los debe modernizar para que sean atractivos para los clientes. Por ejemplo, las autoridades municipales deberían permitirles que puedan colocar pantallas u otros dispositivos que llamen la atención.
A su criterio, el problema radica en que la mayoría de gente solo acude al primer piso de los BBB para comprar y pocas personas suben al segundo. A la tercera planta no acuden para ver la mercadería y por eso es urgente que se dote de mejor infraestructura.
Acuña cuenta que el pasado viernes 20 de septiembre se reunieron con el alcalde Pabel Muñoz López para analizar la realidad por la que están atravesando y las escasas ventas. Le entregaron un pliego de peticiones: reforzar la seguridad, ejercer más control a las ventas ambulantes, más vigilancia en parqueaderos, que la Policía ingrese a los centros comerciales, entre otros. Espera una respuesta del Burgomaestre en los próximos 15 días.
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