15 nov 2024 , 14:32

224 hectáreas de bosques tropicales conforman la reserva Etnobotánica Cumandá ubicada en Quijos

Por su biodiversidad fue declarado bosque protector de la Amazonía.

   

La reserva Etnobotánica Cumandá se alza sobre la cadena de montañas que, a lo lejos, albergan al volcán Antisana. Se extiende a lo largo de 224 hectáreas en la parroquia Borja, del cantón Quijos, provincia de Napo.

En la zona alta sobresale el bosque virgen cuyos cedros y alisos tienen 80 años. Aquí la temperatura no supera 16 grados.

Esa melodía compite con el ruidoso cortejo de los gallitos de peña que, entre las ramas de canelos, despliegan su copete rojo, mueven alas y cola al unísono para atraer a las hembras, de plumaje café y sin copete.

Esta especie es una de las 110 que habitan Cumandá. En este ecosistema “montano-nublado”, los senderos atraviesan pendientes escarpadas y un terreno empedrado cubierto de hojarasca. A su alrededor, 5 000 palmeras silvestres se aferran a las peñas que descienden hasta el río Quijos.

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“Los árboles tienen un dosel muy alto y no permiten que pase la luz solar y pueden fijarse que es una vegetación rastrera, esa es una de las características de un bosque primario, aquí tenemos palmeras como la Makana, la paja toquilla, el palmito”.

Un oso de anteojos se mueve sigiloso mientras la esquiva ardilla diurna juega entre las copas recolectando semillas de motilón y porotón. Se han censado 10 especies de mamíferos.

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Cumandá está rodeada por tres grandes reservas: al norte, la Cayambe Coca; al sur, la Sumaco Napo Galeras y al este, la reserva Antisana. Un enclave privilegiado que crea microclimas.

En las laderas, la temperatura se vuelve más cálida, alcanzando 22 grados. El paisaje se transforma en una selva donde las heliconias rastreras florecen en tonos naranja, amarillo y rojo. El río Quijos, nacido de los deshielos del volcán Antisana, recorre dos kilómetros de cauce cristalino, hogar de truchas y nutrias.

A sus orillas viven las loras verdes, en peligro de extinción, la pava de monte y el tucán, cuyo plumaje multicolor resalta entre las ramas. Durante esta época, florecen las Guabillas, un festín para estas aves. 20 familias de la parroquia Borja, junto a la Fundación Amazónica Ecuatoriana ecosustentable, cuidan de la reserva. La protegen de los invasores de tierras y de los cazadores.

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“En las cabeceras arriba se ha detectado que personas entraron a talar para sacar estos árboles y nosotros hicimos acciones ambientales ante el ministerio del ambiente hasta donde se lograron multas a los que atacaron al bosque”.

En esta área, los comuneros han abierto trochas de cuatro kilómetros que les permiten recorrer el bosque y así proteger 31 especies de árboles. Allí abundan las plantas de Camacho y los frondosos chiriguayusas, cuyas hojas angostas se utilizan para bebidas energizantes y medicinales.

Desde 1993, Cumandá forma parte del Sistema Nacional de Bosques Protectores. También es miembro de la red de jardines etnobotánicos latinoamericanos.

Es el hogar de la rana de vidrio, un diminuto anfibio que no supera los siete centímetros y de piel translúcida en su abdomen, de 20 tipos de mariposa, como la “heliconeda”, y de los gusanos de seda que se mueven lentamente sobre las hojas, en una joya natural donde Los Andes se encuentran con la Amazonía.

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