El uso de lanza para la caza, una actividad que va desapareciendo pero aún se practica

A cinco horas de Quito está la comunidad Shuar Tzahuata, en la provincia de Napo, en la Amazonía, sus habitantes han usado ancestralmente la lanza para cazar, pero con la globalización esa arma es cada vez menos utilizada.

Está hecha de pambil, una madera liviana y a la vez dura. Elaborarla toma su tiempo; y hoy sirve a sus 3 500 pobladores para hacer actividad física, deporte, competencia.

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Nelba Alvarado, habitante de Tzahuata, dice que practicarlo les sirve como deporte a los jóvenes pero también para que no se pierdan las costumbres.

En Tzahuata la gente se reúne a tomar chicha y a presenciar el lanzamiento de la lanza, aunque el centro de atención en sí es la puntería de los participantes. Para ello, colocan un tronco de árbol de plátano, es el blanco al que hay que atravesar.

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El lanceo se hace a unos 10 metros de distancia con impulso, equilibrio y fuerza. Algunos usan lanzas pesadas y largas, las cortas y livianas son para lanzamientos de distancia.

Para los comuneros de mayor edad la caza es un ritual, para el que deben prepararse siempre y nunca dejar de agradecer a la selva por la provisión de alimentos. Por ello, hasta en el entrenamiento respetan la costumbre.

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Los comuneros dicen que hombres y mujeres mayores de edad entrenan constantemente para no perder el tiro afinado. Lo toman deportivamente pero están preparados para todo, porque, por ejemplo, ya han sido intimidados por grupos de minería ilegal de Yutzupino que acechan cerca a su territorio. Esta práctica en cualquier momento les puede servir como mecanismo de defensa.

Tirar lanzas es ya un juego de competencia entre comunidades que se hace en ocasiones especiales, o cuando surge un buen pretexto. Y en Tzahuata el lanzador con mejor puntería es el líder de la comunidad.