13 oct 2014 , 12:53

El divorcio y los hijos, ¿cómo comportarse?

   

Los niños observan y perciben todo lo que ocurre a su alrededor y saben cuándo algo anda mal.

¿Le decimos o no a nuestros hijos que nos vamos a divorciar?

 

Es la primera interrogante de muchos padres que se encuentran atravesando esta difícil situación. Formularse esta pregunta puede causar tremenda angustia, ya que no se sabe cómo van a reaccionar o que van a pensar los niños al darles la noticia. Lo que menos desea un padre es causar dolor a sus hijos, sin embargo hacerlo es lo más aconsejable. 

 

Los niños observan y perciben todo lo que ocurre a su alrededor y saben cuándo las cosas no marchan bien, por más que se trate de disimular o esconder. Muchos padres pueden llegar a extremos para encubrir la realidad, desde decir que papá durmió en casa, pero se fue más temprano a trabajar, o incluso vivir en la misma casa con una doble vida, una delante de sus hijos, y otra muy distinta con su pareja. 

 

 

 

Los niños, al no tener explicaciones claras de lo que ocurre, viven en un ambiente de incertidumbre, y frente a la misma, se sienten ansiosos e intranquilos. Además, en muchos casos, cuando sus padres les mienten y/o no les dan explicaciones, crecen desconfiando de las personas. Las implicaciones de no hablar con la verdad o de callar, sin duda son negativas. 

 

¿Cómo dar la noticia?

Lo más recomendable es que la noticia la den ambos padres, una vez que se hayan puesto de acuerdo en qué decir. Al conversar con el niño, decirle que la decisión de separarse ha sido de ambos. Es sumamente importante dejar claro que esta decisión no es culpa de nadie, ya que en ocasiones los niños asumen esta responsabilidad, o culpan a una de las partes.  

 

 

 

 

Las razones que los padres quieran dar sobre la separación dependerá de cada familia. Es mejor no contar detalles innecesarios.  Las razones que se pueden dar son, que ya no se llevan bien, que pelean mucho, que piensan diferente y que juntos, ya no son felices.  

 

Se debe dar la seguridad al niño que uno siempre será su padre y que ello nunca cambiará, dado que los niños pueden creer que a ellos también se los puede dejar. Finalmente la explicación que den dependerá de la edad de los hijos, ya que mientras más pequeños sean, más sencilla es la misma. 

 

Y, ¿luego, qué?

La vida del niño tiene que ser lo más parecida posible a lo que siempre ha sido. El padre que ya no vive en casa debe mantenerse presente en la vida de sus hijos. Lo ideal, es establecer días y horarios fijos para las salidas con ellos, es pertinente hacerlo así ya que lo predecible brinda seguridad. Finalmente, las salidas deben ser por separado, no como familia, de lo contrario los niños pudieran sembrar falsas expectativas de que sus padres volverán. 

 

Errores comunes

Ya que los implicados en el problema están atravesando por sus propias dificultades emocionales derivadas de la situación vivida, es común que se cometan muchos errores, volviendo el panorama peor de lo que realmente es perjudicando así a sus hijos. A continuación errores comunes que se pueden cometer: 

 

 

 

1. Dobles discursos.  Ambos padres deben mantener el mismo discurso. Resulta muy confuso para los niños y podría generar falsas expectativas, si uno dice una cosa, y otro dice otra. Por ejemplo, suele pasar que cuando una de las partes no acepta del todo la decisión,  podría decirle a  sus hijos que todo se va a solucionar, mientras la otra parte pudiera decir que la decisión es definitiva. O, también podría suceder, que uno de los padres culpe al otro por haberlo dejado, mientras que la otra parte sostenga que fue una decisión de dos. ¿Se imaginan, la confusión que  podrían causar?

 

2. Convertir a los niños en mensajeros. Muchos padres utilizan a sus hijos para enviar mensajes de una parte a la otra. Por ejemplo, es muy común enviar a los niños a pedir dinero. Los problemas de adultos, son de adultos, y el niño no tiene por qué estar involucrado, más aun si son temas económicos, que no le competen. 

 

3. Convertir a los niños en espías.  Muchos padres le hacen una serie de preguntas a sus hijos poniéndolos en una situación muy incómoda, con preguntas como: ¿tu mamá qué dijo de mí? O, ¿estaba la amiga de tu papá con ustedes?  El niño nota la intención de los padres y se siente entre la espada y la pared cuando esto ocurre, llegando muchas veces a mentir para evitar conflictos.

 

 

 

 

Los padres pueden experimentar,  independientemente de las razones o factores que  determinen la separación, tristeza, ansiedad e incluso, culpa, lo que complejiza más la experiencia. Por ello, es una decisión que no debe ser tomada a la ligera.  Es crucial que antes de dar este paso, se preparen para ello. Una opción es la de buscar ayuda profesional, no solo para que los asesore con respecto a los niños, sino para  ocuparse de su bienestar emocional.  Recuerden que una separación siempre va a afectar a los hijos, sin embargo el grado en que les afecte dependerá de cómo los adultos lo manejen. 

 

Karina Bustamante de Huerta

Psicóloga Clínica

Psicoterapeuta TREC y TCC

Entrenadora Certificada de Disciplina Positiva para Padres y Educadores

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