Muchos aseguran que esta fue la ceremonia más original y mágica de entrega de un nobel.
El 21 de octubre de 1982, Gabriel García Márquez recibió el Premio Nobel de Literatura. en una emotiva ceremonia. El 'Gabo', que entonces tenía 55 años, marcó un hito con su aparición y su discurso.
Cuando la Academia Sueca de la Lengua le concedió el nobel a un colombiano del Caribe, quizás sabía a lo que se exponía. A la llegada de un juglar vallenato rodeado de acordeones, cajas, guacharacas, cumbiamberas y rosas amarillas.
Se exponía la Academia a que este hombre que decía que cien años de soledad no era más que una canción vallenata de más de 350 páginas, se apareciera en la ceremonia con un traje blanco llamado 'liqui liqui' y rompiera el rígido protocolo del frac.
Pero se trataba de un nobel joven de apenas 55 años, en la plenitud de su carrera y dispuesto a vivir una nueva oleada de fama.
La Academia dijo porque había elegido a este hijo de telegrafista proveniente del otro lado del mundo..
“Por sus novelas y cuentos donde lo fantástico y lo real se funden en la compleja riqueza de un universo poético que refleja la vida y conflictos de un continente” riqueza de un universo poético”
Gabo fue el orador de esa noche, pero la tecnología de 1982 no permitió a los colombianos tener una buena señal de su discurso.
Pero un día antes, el había pronunciado ese mismo discurso ante un pequeño auditorio y aquí si se apreció claramente su dimensión, un conmovedor relató titulado “La Soledad de América Latina”.
“Antonio Pigafetta, un navegante florentino que acompañó a Magallanes en el primer viaje alrededor del mundo, escribió a su paso por nuestra América meridional una crónica rigurosa que sin embargo parece una aventura de la imaginación.
Contó que había visto cerdos con el ombligo en el lomo, y unos pájaros sin patas cuyas hembras empollaban en las espaldas del macho, y otros como alcatraces sin lengua cuyos picos parecían una cuchara. Contó que había visto un engendro animal con cabeza y orejas de mula, cuerpo de camello, patas de ciervo y relincho de caballo. Contó que al primer nativo que encontraron en la Patagonia le pusieron enfrente un espejo, y que aquel gigante enardecido perdió el uso de la razón por el pavor de su propia imagen”.
Este fragmento de su discurso del 21 de octubre de 1982.
Volvamos a la ceremonia. Gabo se dio el lujo de pedir que la orquesta tocara algo especial para él. Esta vez la academia no fue sorprendida con un vallenato o una cumbia. demostrando su universal gusto, el colombiano pidió una pieza clásica de Bela Bartok.
A mucha gente le pareció que esta fue la más original y mágica entrega de un Premio Nobel de Literatura. tanto que fue la única vez en que los Reyes de Suecia llegaron cinco minutos tarde.
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