Un viaje a China inspiró varias obras del pintor que tuvo que ocultar a causa de la Guerra Fría.
El pintor Oswaldo Guayasamín cumplió hoy, 15 años después de su fallecimiento, uno de los últimos sueños que tuvo en vida: exponer en China, un país que visitó por primera vez en los años 60 y le inspiró varias obras que habían permanecido ocultas hasta ahora.
"Siempre fue una inquietud que tuvo, que tuvimos, en mente", destacaba hoy el hijo del artista, Pablo Guayasamín, en una conversación durante la inauguración de la primera exposición de su padre en China y en Asia, en el Museo Capital de Pekín.
La exhibición, que recorrerá cinco ciudades más, presenta una colección de 120 obras del pintor en una retrospectiva que abarca desde su niñez hasta su fallecimiento, en 1999.
Entre ellas, se encuentran desde dibujos pintados en su infancia hasta piezas de su primera gran colección con la que ganó dos de las bienales más importantes del mundo a mediados y finales de los 50 -la de Brasil y España- o cuadros de su famosa serie "La Espera", sobre los campos de concentración de la II Guerra Mundial.
En la retrospectiva también se muestra su paso por España, con una colección de siete cuadros que, en palabras de Guayasamín hijo, "representan el lamento permanente de una madre después de la guerra que dejó todos los hogares vacíos".
No obstante, del legado de Guayasamín expuesto por primera vez en Pekín destacan, sobre todo, ocho acuarelas inéditas.
"Encontramos estas piezas a su fallecimiento, que nunca habían sido expuestas. Datan de 1960, cuando él vino por primera vez a China y conoció al presidente Mao Zedong. Para él fue un impacto enorme", destacó su hijo.
Ajeno a las fronteras, el pintor, retratista de la opresión y de la violencia de "el hombre contra el hombre", decidió viajar a China cuando Ecuador prohibía visitar los países comunistas, en plena Guerra Fría y a imposición "del imperio estadounidense".
"Mi padre, rompiendo esas normas u obligaciones que imponía el país mayor, se fue a Cuba, a China y a la URSS, y no una, sino muchas veces. Guayasamín nunca se afilió a ningún partido para mantener su independencia. Su pensamiento estaba con los humildes, y su lucha, contra la violencia", agregó.
A su regreso a Ecuador, Guayasamín mantuvo escondidas las obras que le inspiró China: paisajes y calles de Pekín y de otras ciudades como Cantón, al "estilo chino", con tinta y en papel de arroz.
"Este pueblo se lo merecía (exponerlas aquí). Es un reconocimiento de Guayasamín a China. Igual que cuando estuvo en otros lugares, como España, cuando pintó Toledo y otras cosas maravillosas", destacó su hijo, presidente de la fundación que lleva el nombre del maestro ecuatoriano y que se encarga de preservar su legado.
"Estar aquí es un sueño hecho realidad y desde la fundación es un reto estético, porque los paradigmas del arte aquí en China normalmente no están asociados con los conceptos estéticos que utilizamos en Occidente", señaló, por su parte, el nieto Pablo Guayasamín, director ejecutivo de la organización.
En las primeras aproximaciones, según comentó el nieto a Efe, los chinos creyeron que la obra de Guayasamín sería muy "fuerte" hasta el punto de que crearía una "sensación de incomodidad".
"Pero -destaca- les explicamos que ése es el mensaje de las obras: hacerte pensar cómo, yo, en mi entorno inmediato, puedo hacer para que esto no siga sucediendo".
A pesar de que Guayasamín no se encuentra entre los nombres de pintores más conocidos en China, su legado sí ha estado presente en el país, según destacó el embajador ecuatoriano en Pekín, José María Borja López.
"Cuando nosotros presentamos a las autoridades las fotos de las obras nos pasó que, aunque no conocían el nombre de Guayasamín, sí reconocían algunas obras. Estaban en sus textos escolares, para ilustrar la historia de América Latina", explicó Borja.
"Es la primera vez que veo en el museo a un pintor latinoamericano. Me ha recordado en parte a Picasso, aunque es más desgarrador", señalaba la joven Claudia Huang, una de las visitantes que pasó hoy por el museo.
Con ella coincidía Ma Heng, miembro de la Asociación Nacional de Pintores de Pekín, quien alababa la "buena mentalidad" de Guayasamín y su lucha.
"Si todo el mundo se quiere, el mundo volverá a estar en paz. Si entramos en guerras, el mundo volverá a ser oscuro, como sus cuadros", destacó Ma, quien consideró que el legado de Guayasamín "es el mejor regalo para la humanidad".
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