Trece años después de su muerte, Oswaldo Guayasamín, el pintor rebelde de Iberoamérica, ve cumplido su sueño: su obra, un descarnado grito contra la injusticia, llega a Cádiz (sur de España) para convertirse en un canto a la integración durante la próxima Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno.
Trece años después de su muerte, Oswaldo Guayasamín, el pintor rebelde de Iberoamérica, ve cumplido su sueño: su obra, un descarnado grito contra la injusticia, llega a Cádiz (sur de España) para convertirse en un canto a la integración durante la próxima Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno.
"El tiempo que me ha tocado vivir", una de las frases insignia de este artista ecuatoriano que decía que había vivido más de 3.000 años a través de las tristezas y alegrías de los pueblos indígenas, es el título de la muestra que a partir de hoy, y durante seis meses, ofrece una retrospectiva de uno de los mayores protagonistas de la vanguardia artístico-intelectual de Iberoamérica del siglo XX.
El Castillo de Santa Catalina de Cádiz acoge esta muestra que integra cincuenta obras y treinta dibujos originales de Guayasamín (Quito, Ecuador 1919 - Baltimore, EEUU, 1999), junto a cerca de 145 piezas de arte prehispánico y cuarenta de arte colonial que "el pintor de Iberoamérica" coleccionó.
"Hemos traído siete mil kilos de peso para esta exposición, ha sido un esfuerzo inmenso, pero estamos muy agradecidos porque vemos un sueño de Guayasamín hecho realidad", explicó a Efe su nieto Pablo Guayasamín, director ejecutivo de la fundación que se ocupa de conservar el legado artístico "y moral" del pintor.
Un legado que se convertirá en uno de los actos culturales principales que Cádiz vivirá este año, cuando celebra el bicentenario de la promulgación de la Constitución de 1812, que asentó las semillas de la democracia e inspiró numerosos movimientos de independencia en América, un hito que hará que los próximos 16 y 17 de noviembre la XXII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno se celebre en la ciudad, que, además, es Capital Iberoamericana de la Cultura.
El Pintor de Iberoamérica
Guayasamín fue nombrado precisamente 'Pintor de Iberoamérica' en la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de Iberoamérica que se celebró en 1999, un reconocimiento a un artista que comenzó a pintar a los 7 años, cuando ya vendía dibujos a los turistas, y recorrió una prolija trayectoria en la que caben desde retratos del rey Juan Carlos o de Fidel Castro hasta grandes murales como los que hay en el aeropuerto de Madrid o en la Sede de la Unesco en París.
A Cádiz llega "una visión amplia" de la evolución de este artista que creó grandes series como La edad de la ira, en las que todo para él era gris, blanco y negro, o como La edad de la ternura, en la que llenó de vivos colores sus cuadros.
La exposición tiene obras de La serie de las manos, en la que se ayuda de estas para contar la historia de Iberoamérica, en unas piezas que, según el nieto del artista, será la última vez que salgan de Ecuador.
También cuadros de La serie del pentágono en los que reúne retratos ficticios de personajes que según él habían sido nefastos para la historia (un militar, un religioso manipulador o un político sin escrúpulos, entre ellos), y de la serie "Mujeres llorando", que pintó nada más acabar la Guerra Civil española y en la que convirtió en ataúdes los cuerpos de madres.
Obras de su pintura indigenista, un retrato de Paco de Lucía, un autorretrato y obras de flores y paisajes completan una exposición a la que se han incorporado también sus dibujos para mostrar el proceso creativo de Guayasamín.
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