10 mar 2014 , 08:49

Iwate, la región olvidada bajo la sombra del tsunami

   

34.000 personas viven desplazadas de sus hogares debido al tsunami ocurrido el 11 de marzo de 2011.

A primera vista todo ha vuelto a la normalidad en la región costera de Iwate tres años después del tsunami, salvo para las 34.000 personas que aún viven desplazadas de sus hogares debido a la catástrofe que asoló esta zona olvidada del norte de Japón y que aceleró su despoblación.

 

Como huella visible de la tragedia, de la que el martes se cumple el tercer aniversario, apenas quedan varios edificios en ruinas y el "Pino Milagroso", convertido en símbolo de resistencia al ser el único árbol que quedó en pie de entre los 70.000 que poblaban la costa de Rikuzentakata.

 

Los trabajos de desescombro y reconstrucción se han completado al 90 %, mientras que las obras para reforzar la protección de la costa ante nuevos tsunamis y la reubicación de la población afectada van con más lentitud debido a su complejidad técnica.

 

Iwate, cuya economía se basa en la industria pesquera, es la segunda prefectura de Japón más extensa y con menor densidad demográfica tras la isla de Hokkaido, y desde marzo de 2011 la población de su zona costera ha caído en un 7,5 %, según las autoridades locales.

 

Además de las pérdidas humanas que provocó el tsunami -5.814 desaparecidos en la prefectura, de los más de 18.500 en todo el país-, otras muchas personas han abandonado la región para dejar atrás la tragedia y estudiar o trabajar en las grandes ciudades del país, especialmente los jóvenes.

 

"Muchos estudiantes se mudaron inmediatamente tras el desastre. Hay más oportunidades en otras zonas, aquí sólo encuentran trabajo entre el 60 y el 70 % de los alumnos", explicó a Efe el director de la escuela de secundaria de la localidad de Otsuchi, Morehi Anagata.

 

Una alumna del centro, Kameko Kondo, planea dejar la ciudad cuando acabe el instituto para ir a la universidad, aunque su "sueño" es titularse como enfermera y "volver algún día a Otsuchi para ayudar a que sea un lugar mejor", según dijo.

 

Son las personas de edad avanzada las que permanecen en la región, y entre ellos los evacuados por la catástrofe son los que están en una situación más delicada tras perder sus hogares y, en algunos casos, a sus familiares.

 

Los más de 34.000 desplazados viven en complejos de alojamiento temporal repartidos por la región como el de Heita, uno de los más grandes de Iwate con 430 residentes, un cuarto de ellos mayores de 60 años.

 

Saki Shinju, una pensionista originaria de la ciudad costera de Rikuzentakata, lleva 3 años viviendo en Heita y no está segura de poder regresar algún día a su hogar debido a la duración de las obras para elevar el terreno 8 metros sobre su nivel actual y para construir una nueva barrera de contención de tsunamis de 12,5 metros de altura.

 

"Quiero volver a vivir frente al mar, en el lugar donde crecí, pero las obras van lentas y no sé cómo estaré de salud dentro de 3 o 5 años", señala resignada.

 

Otro residente, el jubilado Sinji Sasaki, se muestra más crítico y afirma que Iwate "ha sido dejada de lado" por el Gobierno y por las grandes empresas, a su juicio más centrados en la preparación de Tokio 2020 que en la reconstrucción de esta prefectura, la más castigada por la catástrofe de 2011 junto a Miyagi y Fukushima.

 

"Los políticos, las constructoras y las empresas que dan trabajo se giran hacia Tokio. Allí hay una gran oportunidad de negocio y aquí no", lamenta Sasaki, quien no cree que los Juegos Olímpicos de 2020 vayan a beneficiar a la región "tal y como dice el Gobierno".

 

El complejo de Heita se compone de 221 viviendas y cuenta con guardería, centro de atención para mayores, peluquería y otros establecimientos gestionados por residentes y voluntarios, y hasta hace poco tenía también un supermercado que cerró por baja rentabilidad.

 

El Gobernador de Iwate, Takuya Tasso, señala su "preocupación" porque los fondos estatales presupuestados para la reconstrucción "se retrasen o vayan a parar a infraestructuras" para Tokio 2020.

 

"Los habitantes de Iwate hemos hecho un esfuerzo enorme para salir adelante. Ahora pedimos al Gobierno central que nos siga ayudando para la recuperación", dijo en un encuentro con los medios.

 

Los problemas de fondo de Iwate -el envejecimiento demográfico y el estancamiento económico- son los mismos que afectan a Japón, donde se prevé que el número de personas en edad laboral caiga al 40 % para 2050.

 

Pero en esta región encajonada entre las montañas y el Pacifico la sombra del tsunami sigue presente y pesa más que la euforia por la organización de Tokio 2020. 

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