El cáncer de ovario es una enfermedad silenciosa por su diagnóstico tardío

En el mundo, el cáncer de ovario es el octavo más frecuente entre las mujeres. Mientras que en Ecuador constituye el noveno y entre los cánceres ginecológicos ocupa el tercer lugar de incidencia. Es históricamente conocido como “el asesino silencioso”, debido a que los síntomas se presentan en etapas avanzadas cuando las posibilidades de curación son escasas. El 80 % de las pacientes son diagnosticadas en tercera o cuarta etapa, según cifras de Solca Quito.

Precisamente, Alexandra Toral es el testimonio de aquello. Fue diagnosticada con cáncer de ovario en estado 3. Tiene 37 años y ha llevado una vida 100 % saludable, donde la comida sana y el ejercicio han sido prioridad, pero además la prevención. Dice que 6 meses antes del diagnóstico acudió a un chequeo de rutina pero su vida cambió en enero de 2023. “Nunca tuve problemas ginecológicos pero empecé a tener dolores intensos que me botabaN a la cama a llorar” agrega.

Una vez que se determinó, a través de un eco, que una masa de gran tamaño ocupaba sus ovarios y trompas de falopio, la cirugía fue inminente. Su operación fue exitosa, pero tuvo que ser sometida también a quimioterapia. “La idea es limpiar toda célula que pueda desarrollar metástasis”, dice Alexandra. Quien vive junto a su esposo e hija de 16 años.

Lea también: Virus de millones de años de antigüedad ayudan a combatir el cáncer, según un nuevo estudio

En muchos de los casos ese es el camino de lucha contra el cáncer de ovario, según los datos de especialistas, la elevada mortalidad del cáncer de ovario se explica por dos razones fundamentales: la ausencia de síntomas específicos y la ausencia de métodos de detección precoz. A escala mundial, el cáncer de ovario tiene un 50 % de supervivencia, en Quito, alcanzó el 46%, según Solca.

Sin embargo, sostienen que el tratamiento con quimioterapia y cirugía en las pacientes da resultados positivos. Durante estos meses de lucha, Alexandra dice que ha vivido “en una montaña rusa de emociones”, afirma que al recibir la noticia su “mundo se derrumbó”, pero el apoyo de especialistas y el retorno a sus actividades diarias ha permitido que la guerra contra el cáncer sea más llevadera.

Le puede interesar: ¿Cuáles son los cánceres más comunes en adolescentes y adultos jóvenes?

“El yoga, la meditación y los ejercicios me hacen sentir viva”, dice Alexandra a quien la caída del cabello (efecto colateral de la quimioterapia) era lo que más le preocupaba. El compartir con especialistas ayuda a que la salud emocional de un paciente oncológico mejore.

Además, el yoga, los ejercicios y la alimentación saludable, le dan vida a Alexandra. Se dedica al entrenamiento personalizado y desde que el cáncer llegó a su vida se ha enfocado en ejercicios para pacientes como ella.

Andrea Astorga, es asesora de imagen se ha especializado en la oncoimagen, una rama que brinda bienestar y acompañamiento a los pacientes, el objetivo es rodear de especialistas que ayudan a mejorar la salud emocional. Afirma que “si una persona se siente bien su salud física mejora”. Por eso, dice que decidió especializarse en este campo, además de ser paciente oncológica, dice que “los cambios a los que se enfrenta representan inseguridades, por lo que mi intencion era atravesar mejor esta enfermedad y ayudar a otras personas”.

La caída de cabello luego de las primeras terapias es lo que mayor inseguridad le generó a Alexandra, una vez que decidió rapar su cabeza, decidió utilizar turbantes y dice que con el tiempo ya los siente parte de ella. Andrea confirma que esta es una opción para aquellas personas que pierden el cabello pero recomienda el uso de colores vivos.

Ambas pacientes y especialistas coinciden en que el cáncer de ovario es ese enemigo silencioso de acelerado avance por lo que es necesario fortalecer la prevención primaria, el diagnóstico temprano y el acceso a los servicios de salud.