El aumento de las temperaturas puede afectar significativamente la salud mental, lo que provoca la irritabilidad y disminución del bienestar.
Las altas temperaturas que se registran en los últimos meses trae consigo un calor intenso, aunque en niveles moderados puede fomentar la actividad y mejorar el ánimo, en condiciones extremas puede tener consecuencias adversas para la salud mental.
Investigaciones muestran que temperaturas elevadas pueden inducir apatía, irritabilidad y confusión en muchas personas. Estos efectos son especialmente marcados en individuos con antecedentes de trastornos psicológicos como depresión, ansiedad o bipolaridad.
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El doctor Valentín Martínez-Otero señala que, aunque el calor moderado tiende a estimular a las personas, el exceso de temperatura puede llevar a un estado de sobre adaptación que resulta en malestar.
Los síntomas de este malestar incluyen confusión, disminución del rendimiento cognitivo y físico, y una menor capacidad de concentración, lo que puede resultar en frustración e incluso comportamientos agresivos.
Ciertas poblaciones son más susceptibles a los efectos nocivos del calor. Las personas mayores, los niños y aquellos con condiciones de salud preexistentes requieren atención especial durante las olas de calor.
El profesor Fernando Millares resalta que casi un tercio de la población presenta “meteorosensibilidad”, lo que significa que su estado de ánimo cambia con las condiciones climáticas.
Las altas temperaturas provocan vasodilatación, lo que puede resultar en baja presión arterial, mayor sudoración y pérdida de electrolitos, y genera una sensación de cansancio que, en algunos casos, puede ser patológica. Además, la interrupción del sueño y el malestar físico pueden obstaculizar la toma de decisiones y aumentar la irritabilidad.
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Ante estos desafíos, es esencial implementar políticas efectivas para mitigar los efectos del calor extremo. Estas estrategias pueden incluir campañas de concienciación pública sobre la importancia de mantenerse hidratado y fresco, así como la creación de espacios públicos refrigerados para ofrecer refugio durante las olas de calor.
Además, la mejora de la infraestructura urbana mediante la plantación de árboles y la creación de zonas verdes puede contribuir a reducir la temperatura en las ciudades, promoviendo un entorno más saludable.
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