02 jul 2021 , 07:54

"Coerción y violación" en Sivananda, una de las organizaciones de yoga más grandes del mundo

Advertencia: este artículo contiene descripciones de agresiones sexuales.

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Desde que descubrí el yoga a mediados de mis veinte años, este se convirtió en una parte importante de mi mundo. Como muchos yoguis devotos, no era sólo un forma de ejercicio para mí, sino un modo de vida.

No sólo daba clases en mi centro Sivananda local, sino que también me ofrecía para cocinar y limpiar allí. Las enseñanzas Sivananda influyeron en todos los aspectos de mi existencia.

Pero entonces, en diciembre de 2019, recibí una notificación en mi teléfono. Era una publicación en mi grupo de Facebook de Sivananda sobre el difunto y venerado fundador del movimiento, Swami Vishnudevananda.

Una mujer llamada Julie Salter había escrito que Vishnudevananda había abusado sexualmente de ella durante tres años en la sede de Sivananda en Canadá.

Escribió que cuando finalmente encontró la fuerza -décadas después- para denunciar esta situación a la junta directiva de Sivananda, "las reacciones fueron desde el silencio hasta el intento de silenciarlo".

Ahora he entrevistado a 14 mujeres que alegan haber sufrido abusos a manos de profesores de Sivananda, muchas de las cuales no han hablado de ello con sus familiares y amigos, y mucho menos lo han hecho público.

También he hablado con un antiguo miembro del personal que dice que sus preocupaciones no fueron atendidas por la junta directiva de Sivananda.

Mi investigación ha sacado a la luz denuncias de abuso de poder e influencia dentro de la organización a la que una vez tuve tanto aprecio.

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Recuerdo vívidamente mi primer día en el ashram Sivananda de Kerala, en el sur de la India, donde me formé como profesora de yoga en 2014. En la pared había una magnífica foto de Swami Vishnudevananda, el difunto fundador de Sivananda y el hombre que Julie llegaría a exponer públicamente.

Sus enseñanzas eran tan poderosas que muchos yoguis renunciaron a todas las conexiones mundanas y dedicaron su vida a la organización.

Puedo entender por qué. Yo estaba pasando por un momento muy difícil y Sivananda me proporcionó una paz nueva. Las asanas -o posturas- me dieron fuerza física; los principios de Sivananda sobre el karma, el pensamiento positivo y la meditación alimentaron mi alma.

Ishleen en el ashram Sivananda de Kerala

FUENTE DE LA IMAGEN,ISHLEEN KAUR

Pie de foto,

Ishleen en el ashram Sivananda de Kerala

En 2015 me casé con un hombre que vivía en Londres. Me intimidaba la idea de mudarme para estar con él allí, hasta que descubrí que había un centro Sivananda en Putney, no muy lejos de nuestro nuevo hogar.

Mi marido bromeaba diciendo que el centro era mi primer amor, no él.

Dos meses después del post de Julie Salter en Facebook, dos miembros de la junta directiva de Sivananda volaron desde Europa continental para hablar con el personal de Putney.

Esperaba que respondieran a algunas de las muchas preguntas que tenía en mi cabeza. Pero su respuesta fue vaga, y parecían estar a la defensiva durante las preguntas y respuestas que siguieron.

Ishleen en el escenario de una exhibición de Sivananda

FUENTE DE LA IMAGEN,ISHLEEN KAUR

Pie de foto,

Ishleen en el escenario de una exhibición de Sivananda.

Sabía que tendría que hablar yo misma con Julie.

Originaria de Nueva Zelanda, Julie tenía 20 años y se hallaba de viaje en Israel cuando se cruzó por primera vez con las enseñanzas de Sivananda.

Rápidamente se sumergió en la vida del movimiento y en 1978 se trasladó a su sede en Canadá.

Vishnudevananda estaba allí y a Julie le pidieron que se convirtiera en su asistente personal, algo que al principio consideró un privilegio.

Julie Salter

FUENTE DE LA IMAGEN,JULIE SALTER

Pero dice que su horario era brutal. Trabajaba desde las 05:00 hasta casi la medianoche, siete días a la semana, todo ello sin cobrar. Cuenta que Swami Vishnudevananda se volvió imprevisible, y a menudo le gritaba.

"Así que, por supuesto, mis propios límites se fueron debilitando cada vez más", relata.

Y entonces los acontecimientos tomaron un giro más oscuro.

Un día, cuando Julie estaba trabajando en la casa de Vishnudevananda, lo encontró acostado escuchando cintas devocionales.

Le pidió que se acostara a su lado. Cuando Julie dijo que no entendía lo que quería, él contestó: "Tantra yoga" (una práctica de yoga que se ha asociado con el sexo espiritual, pero que simplemente significa trabajar hacia la iluminación espiritual a través de la relajación profunda).

Sin embargo, Julie explica que Vishnudevananda sólo había hecho referencia a ello en términos teóricos, durante una conferencia.

"Dije: 'No lo entiendo', y a pesar de que todo mi cuerpo y mi mente me decían que no, me acosté. Y entonces se produjo el contacto sexual. Y después de eso, estaba abajo otra vez, trabajando, y con una vergüenza total. Y todo lo demás: angustia y sentimiento de culpa".

Julie asegura que durante más de tres años fue obligada a realizar diversos actos sexuales, incluida la penetración.

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