Succionada al fondo del mar: la aterradora experiencia de una buceadora que casi le cuesta la vida
Jill Heinerth, buceadora profesional de origen canadiense, vivió para contar lo que le ocurrió en una intensa expedición.
Jill Heinerth, quien actualmente tiene 60 años, es una de las buceadoras más conocidas alrededor del mundo. Por esa misma razón la canadiense ha experimentado, en más de una ocasión, momentos que parecían estar estrechamente relacionados con el peligro que solo las profundidades del mar podrían producirnos.
Sin embargo, existe una escena que, sin duda alguna, es diferente a cualquier otra expedición, ya que casi acaba con su vida.
Según lo contado por la propia profesional, casi muere después de ser succionada por un iceberg durante una expedición en la Antártida.
La historia de Jill Heinerth
En las gélidas aguas antárticas, la intrépida exploradora retratada en Diving into the Darkness, vivió una experiencia al límite. Junto a su exesposo y el reconocido camarógrafo Wes Skiles, se adentró en un iceberg gigante, el más grande jamás registrado, en busca de lo desconocido.
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Sin embargo, la naturaleza les tendió una trampa: feroces corrientes y temperaturas glaciales convirtieron su inmersión en una lucha por la supervivencia. En una entrevista con People, Heinerth reveló los aterradores momentos en los que se enfrentó a la muerte, dejando al mundo boquiabierto con su valentía y determinación.
“En el fondo del mar había todos estos organismos filtradores de colores amarillos, rojos y cálidos que creaban una especie de alfombra peluda de vida”, contó, “Debería haber prestado atención inmediatamente porque la corriente era fuerte y llevaba alimento a los animales que estaban anclados firmemente en el fondo del mar. Y eso debería haber sido uno de esos momentos en los que me di cuenta de que todo estaba anclado allí porque era necesario”.
Los problemas más graves los vivió en la última inmersión, “Cada vez que trabajas muy duro con el rebreather, un aparato de buceo, en realidad estás poniendo a prueba los límites de lo que es capaz de hacer (...) Si no es capaz de procesar la cantidad de dióxido de carbono que estás expulsando, entonces puedes desmayarte”.
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Jill debió ayudar a todo su equipo hasta un lugar seguro, pese a que la fuerza de la corriente los empujaba, se dio cuenta que pequeños peces iban hasta la pared del iceberg, por lo que ideó utilizar agujeros como puntos para sostenerse y avanzar de poco en poco, hasta por fin llegar a la superficie.
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