Maddie, quien murió el 30 de septiembre a los 30 años, y su hijo Ayden.
El 14 de octubre, un obituario sobre una joven de una pequeña ciudad estadounidense se volvió viral en las redes sociales.
Este describía la vida y la muerte de Maddie Linsenmeir, de 30 años, madre de Ayden, de dos años.
Su hermana, Kate O'Neill escribió el obituario en un periódico local. Tal como le dijo a la BBC su intención era mostrar un rostro humano detrás de la crisis que azota a Estados Unidos.
Después de empezar a tomar un opiáceo contra el dolor a los 18 años, Maddie se volvió adicta y acabó muriendo este mes de una sobredosis en Burlington, Vermont.
El amor y apoyo que su familia recibió cuando el tributo se hizo viral fue "hermoso", dice Kate, y agrega: "esperamos que esto ayude de alguna forma a reducir el estigma social de las adicciones".
El miércoles, el presidente Trump firmó un nuevo proyecto de ley para ayudar a combatir la epidemia, pero la familia de Maddie afirma que el país no ha logrado ayudar a los 2 millones de estadounidenses adictos a los opioides, un tipo de droga que incluye a la heroína y a los fármacos recetados, como los analgésicos.
El año pasado, 72.000 personas murieron en Estados Unidos por una sobredosis, el número más alto en la historia. El incremento más drástico se produjo en las muertes por fentanilo.
"Mi hermana era una mujer hermosa y brillante. Quería ser estrella en un musical de Broadway y tenía la voz para lograrlo. Era exuberante en el amor y afección que daba a todos", dice Kate, que tiene 46 años y vive en Filadelfia.
La primera vez que Maddie tomó lo que resultó ser un analgésico altamente adictivo, llamado Oxycontin, fue en una fiesta cuando era adolescente.
Rápidamente se volvió adicta, y en Estados Unidos es fácil conseguir los compuestos. Las autoridades han incautado suficiente fentanilo como para matar a cada estadounidense.
Los médicos estadounidenses recetan los opioides para controlar el dolor y las empresas farmacéuticas tienen permitido anunciar los fármacos en televisión, incluso en los espacios publicitarios de máxima audiencia, como en el Superbowl, en 2015.
"Amar a alguien adicto a las drogas es realmente duro, y ser adicto a las drogas es realmente duro", explica Kate.
"Un adicto tiene el mismo trabajo duro que requiere la vida normal: levantarse, ir al trabajo, pagar las cuentas. Pero para ellos es mucho más difícil, porque intentan levantarse para obtener dinero para drogarse".
"Niveles cada vez más bajos"
En los 12 años que pasaron entre esa primera pastilla y su muerte, Maddie trató muchas veces de sanarse.
"Siempre que estaba usando quería dejar de hacerlo. A veces era cada dos meses, y siempre caía a niveles cada vez más bajos", explica Kate.
"Se esforzó mucho y eso es lo que la gente no entiende. En Estados Unidos es muy difícil que la gente deje de usar".
A Maddie le fallaron las instituciones y los sistemas que debían haberla ayudado a superar su adicción, dice su familia.
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- Los Sackler, la reservada familia de multimillonarios a la que señalan de beneficiarse con la crisis de opioides por la que se declaró emergencia de salud en EE.UU.
"Cualquier médico en este país puede recetar analgésicos altamente adictivos, pero para que los médicos puedan recetar la medicina que ha mostrado ayudar a que los pacientes se recuperen, se necesita un permiso especial.
"Es muy difícil conseguir metadona (un sustituto de heroína que puede ayudar a reducir la adicción con el tiempo), la gente tiene que formarse en una fila en una clínica. ¿Cómo puedes mantener un trabajo si tienes que hacer eso?".
Kate afirma que muchas veces su hermana manejó durante horas a través del estado de Vermont para poder internarse en un centro de recuperación, pero cuando llegaba allí, su lugar ya había sido entregado a alguien más o no había ninguno disponible.
Cuando estuvo en la cárcel por delitos menores de drogas, no recibió ningún tratamiento de asistencia médica.
"No es una persona"
Este ciclo repetitivo quedaba intercalado con momentos de enorme gozo y felicidad para la familia.
"Uno de mis mejores recuerdos es cuando ella tuvo a Ayden. Ver cuánto lo quería, cómo le cantaba. Lo llevaba a caminatas al bosque o al lago, sin importar el clima. Era hermoso, ella adoraba ser su mamá", explica Kate.
Ayden ahora será adoptado por la hermana de Kate, Maura, y su esposo.
Kate afirma que si Vermont, el estado que eligió al senador de izquierda Bernie Sanders, fue incapaz de ayudar a que Maddie dejara las drogas, entonces hay poca esperanza para el resto de Estados Unidos.
"Le fallaron a ella y continúan fallándole a los adictos", dice.
Y aboga por los sitios de inyecciones seguras o los programas para reducción de daños que intentan reducir las consecuencias negativas del uso de drogas, incluidas las sobredosis.
Pero estos programas no están ampliamente apoyados por las autoridades. "Ellos no quieren consentir que la gente tome drogas", cree Kate.
En septiembre, el consejo sobre opioides del gobernador de Vermont rechazó las propuestas para abrir un sitio de inyecciones seguras.
En Vancouver, Canadá, la apertura de uno de estos sitios en 2003 condujo a que las sobredosis fatales se redujeran 35% en el área circundante.
Después de que el obituario de Maddie se hizo viral, el jefe de la policía de Burlington, Brandon del Pozo, respondió en Facebook agradeciendo a la familia y escribió que estaba "cansado de argumentar con reaccionarios" que se oponen a soluciones progresivas para la adicción.
Kate asegura que la gente ha dejado de ver a los adictos como personas.
Describe a funcionarios y médicos que visiblemente cambiaron su actitud hacia Maddie una vez que conocieron su enfermedad y afirma que rutinariamente ha quedado estupefacta por la falta de empatía para los adictos.
"Los oficiales de policía, abogados, oficiales penitenciarios... cuando descubren que alguien es un adicto lo ven como a un yonqui, no como una persona con una enfermedad y que está sufriendo".
Kate quiere destacar que aunque su joven y atractiva hermana ha acaparado la atención global, esto no debe eclipsar la lucha de miles de adictos que son menos fotogénicos y que también están sufriendo.
"Si la gente siente empatía por Maddie, deben sentir lo mismo por los adictos que están en sus puntos más bajos, que quizás están pidiendo limosna en las calles o inyectándose bajo los puentes", dice.
Kate también escribió el obituario para hablar de la gente que trabaja en el sistema y que ayudó a su hermana.
"Tuvo contacto con individuos que fueron más allá de sus responsabilidades. Después de que leyó (el obituario) un hombre nos envió un mensaje diciendo que llevaba sobrio 18 años y que ese día permanecería sobrio en honor de Maddie".
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