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Los expertos recomiendan lavar la tabla y el cuchillo después de haber manipulado alimentos crudos.
"También es importante lavarse siempre las manos después de manipular cualquier alimento crudo y, posteriormente, manipular algo que ya esté cocinado o listo para comer", agrega la profesora de Microbiología Mariza Landgraf, de FoRC y de la Facultad de Ciencias Farmacéuticas de la USP, que también colaboró en la creación del cuadernillo.
5. Esperar a que la comida se enfríe antes de meterla en el refrigerador Cada microorganismo tiene una temperatura ideal para multiplicarse.
Algunas bacterias, por ejemplo, se replican más rápido a 25 °C. Otros prefieren 30, 35 ºC y así sucesivamente.
Esta explicación nos ayuda a entender por qué esperar a que los alimentos se enfríen antes de guardarlos en el refrigerador no es una buena idea.
Si las sobras de una comida quedan en el fregadero o sobre la estufa durante mucho tiempo, se puede presentar la oportunidad perfecta para que algunas bacterias se multipliquen.
La temperatura de la sartén o la olla desciende gradualmente después de que se apaga la estufa o el horno, hasta alcanzar los parámetros ideales para que proliferen estos seres microscópicos.
Si la comida va directamente al refrigerador, la temperatura más baja impide la reproducción acelerada de patógenos.
Landgraf dice que esta costumbre de dejar enfriar los alimentos a temperatura ambiente viene del pasado, cuando los frigoríficos eran menos eficientes y poner algo caliente dentro representaba un gasto extra de electricidad.
"Con la evolución de estos electrodomésticos, este problema ya no es tan serio como antes", compara el experto.
6. No guardar los alimentos en los lugares adecuados del refrigerador Estantes superiores, cajones, compartimentos en la puerta… La temperatura puede variar considerablemente según cada espacio del aparato.
Y eso, una vez más, puede influir en la multiplicación de microorganismos: los alimentos frescos o ya cocinados necesitan estar mejor protegidos del frío, mientras que las conservas, bebidas y condimentos no necesitan temperaturas tan bajas.
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Por eso, los fabricantes de refrigeradores y el folleto FoRC-USP recomiendan que las personas guarden los productos en los lugares más apropiados, como se puede ver en la siguiente lista:
Primer estante (el más alto): huevos, leche y productos lácteos; Segundo estante (medio): sobras; Tercer estante (el de abajo, encima del cajón): alimentos en proceso de descongelación; Cajón: verduras, hortalizas y frutas; Puertas: bebidas, especias, jaleas, conservas, jugo y agua. También vale la pena vigilar cuánto tiempo se pueden almacenar los alimentos.
Pescados, carnes y embutidos: 3 días; Salsas: 20 a 30 días; Sobras: 1 a 2 días; Frutas y verduras: 3 a 7 días; Leche: 2 a 5 días; Productos de panadería y pastelería: 5 días; Huevos: 7 días.
7. Dejar la carne en envases sin sellar Que quede claro: el refrigerador no impide por completo el proceso de multiplicación de microorganismos.
Están naturalmente en los alimentos y permanecerán allí, pero en el refrigerador tardarán mucho más en crecer y crear colonias.
Uno de los mayores riesgos en este ambiente más frío es la forma en que almacenamos las carnes crudas.
Suelen venir de carnicerías y supermercados en bolsas o bandejas de poliestireno y envoltorios de plástico. Generalmente llevan un poco de líquido o sangre con bacterias.
Si el empaque tiene algún agujero, por pequeño que sea, este líquido puede escaparse y derramarse sobre otros alimentos.
Para evitar que esto suceda, lo ideal es cambiar la carne de recipiente. Guardarla en envases de plástico o de vidrio con tapa es una buena sugerencia.
Esto es cierto, por supuesto, si vas a consumir las carnes en los próximos dos o tres días. Si va a transcurrir más tiempo antes de la cocción, lo más adecuado es guardarlas en el congelador -que, por cierto, es tema de nuestro siguiente punto.
8. Descongelar los alimentos a temperatura ambiente El congelador es donde se guarda la comida precocinada, las carnes crudas, los helados y el hielo.
Allí, la temperatura es tan baja que prácticamente hace inviable la supervivencia de los microorganismos.
El peligro ocurre cuando estos alimentos se descongelan.
El estudio de FoRC-USP encontró que el 39% de los encuestados descongela los alimentos a temperatura ambiente y el 16% coloca el producto en un recipiente lleno de agua para acelerar el proceso.
Ambos métodos presentan un peligro de contaminación: a medida que los alimentos se descongelan, liberan agua y crean el ambiente perfecto para que prosperen las bacterias.
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Para descongelar adecuadamente, los alimentos deben ir del congelador al refrigerador.
"Siempre conviene descongelar en el frigorífico. Y no solo por los microorganismos, sino por la textura de los alimentos", evalúa Landgraf.
"Si se descongela poco a poco, absorbe esa agua y no pierde textura", añade.
Otra opción, si tienes prisa, es utilizar el microondas, que suele tener una función específica para descongelar.
9. No limpiar la nevera de vez en cuando Por último, no podemos olvidarnos de limpiar periódicamente este electrodoméstico.
El objetivo es eliminar manchas, cáscaras y restos que invariablemente caen de los recipientes y platos. Todo este material puede servir como alimento para los microorganismos.
El primer paso es desenchufar el frigorífico del tomacorriente y retirar todos los alimentos. Aprovecha para comprobar la fecha de caducidad en el envase y tira los que se te hayan pasado.
Retire las piezas extraíbles, como estantes, cajones y compartimentos. Lava todo con agua y detergente neutro. Luego déjalo secar naturalmente.
El tercer paso es frotar una esponja humedecida con agua y detergente neutro por toda la parte del frigorífico. Usa un paño húmedo para enjuagar y luego seca con un paño limpio.
Finalmente, vuelve a colocar todas las piezas removibles y devuelve la comida a sus respectivos lugares.
El folleto FoRC-USP recomienda que esta limpieza del refrigerador se haga por lo menos una vez al mes.