LGBTIQ+ en Ecuador: "Lo que no se nombra no existe", la realidad de ser de género no binario en Ecuador
Mayro Romero es una persona no binaria que cuenta su día a día y los desafíos que enfrenta ante una sociedad que pocas veces entiende. Aquí su historia.
"Ha sido muy complicado llegar a definir lo no-binario", explica Mayro Romero, de 27 años, oriundo de Portoviejo, provincia de Manabí, agrega que pasó mucho tiempo sin saber cómo llamarse, pues no se identificaba ni con el género femenino ni con el masculino.
Fue en la universidad cuando empezó a leer y consumir material sobre feminismo y poco a poco pudo darse cuenta que tenía un nombre. Hoy Mayro se presenta como una persona trans no binaria y su orientación sexual es pansexual, es decir, le pueden atraer personas sin importar su sexo o género, "fue muy importante porque dentro de las leyes lo que no se nombra no existe, y no se reconoce en el espacio".
Antes de seguir, un paréntesis. Entonces, ¿qué es ser no binario? La activista en DDHH y población LGBTI, Diana Maldonado, señala que es un concepto utilizado para describir a una persona cuya identidad de género no se identifica ni como masculino ni como femenino.
Mayro también lo explica en sus propias palabras:
"Lo no binario está dentro de las entidades trans, que se identifican con un género distinto al asignado, se subdividen en identidades binarias (masculino y femenino) y las no binarias que son aquellas que no responden a la concepción tradicional de hombre ni mujer", describe Romero.
El desafío de presentarse
Mayro cuenta que, en general, no hay suficiente información en Ecuador sobre lo no binario y que lo poco que llega está dirigido a lugares específicos, como la Academia. Pero ante la sociedad, "es muy complicado existir en los espacios, hay una violencia muy fuerte para las personas no binarias".
Es que lejos de las paredes de las aulas, en el día a día, el uso de pronombres, con otras personas, por ejemplo, dice Mayro, con el señor que vende pan en la esquina, "es muy difícil, no puedo ser una crítica muy rigurosa porque ellos no saben lo que yo sé; es tener empatía".
Ante la confusión de la ciudadanía Mayro señala que suele ser considerado como "una persona masculina afeminada o como una persona femenina marimacha, eso les incomoda, porque no entienden lo que eres".
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Así menciona que se hace llamar dependiendo del contexto o de las personas que está rodeado, "suelo usar pronombres femeninos con personas que recién conozco, pero en espacios académicos uso pronombres neutros, como: elle", menciona.
Aunque su familia, resalta, es creyente, sí están más abiertos a entender otro tipo de realidades y al diálogo, pero ha sido un proceso que ha tomado tiempo, "con mi familia fue muy complicado porque no es algo que enseñan en la escuela, no se trata de ella, él, sino de quien soy, eres, yo parto desde ahí para hablar con mis familiares".
El trabajo, otro reto
Al consultarle si ¿ha tenido algún tipo de dificultad para conseguir trabajo? Su respuesta es afirmativa. Para Mayro los desafíos son aún mayores.
Lo primero, explica, es la parte legal, debido a que en el país "hay muchas contradicciones por el tema de mi identidad, entonces, yo tengo que pelear por un trato justo dentro de las instituciones o lugares que vaya a solicitar trabajo".
Por otro lado, está el perjuicio que puede existir sobre su persona. En el trabajo ha vivido varios inconvenientes por posturas transfóbicas, "cuando la persona que está a cargo del espacio saluda a todo el mundo, menos a ti, son gestos sutiles, pero muy fuertes porque entiendes que te aparta y no formas parte de".
En ese sentido, como estudiante y luego como docente en la universidad también ha sufrido algún tipo de censura, "me ha generado muchos problemas, en el tema de la universidad tuve dos profesores que me prohibían hablar de mi experiencia como persona no binaria, lo invalidaban". Y, frente a este tipo de situaciones no hay protocolos, dice.
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Incluso, agrega, que dentro de los espacios culturales y artísticos, pese a que se suele creer que hay más apertura, realmente no es así. De hecho, en un estudio realizado por el Observatorio de Políticas y Economía de la Cultura sobre el circuito laboral artístico, las personas no binarias representan el 1,32%.
De cara al futuro Mayro tiene grandes metas, entre ellas, no aspira a tener hijos, pero lo que sí quiere es vivir pronto con su pareja que también es cineasta, además, dice: "Quiero dedicarme al activismo dentro de lo trans que hay mucho por trabajar en Ecuador". Además, como artista visual quiere ganar un premio en Cannes.
"Hemos tenido muchos discursos de intolerancia y hemos sido tolerantes con ellos, ya llegó el punto de que las cosas sean justas (...) El Estado tiene una deuda muy grande, porque nosotres somos quienes están poniendo el cuerpo", dice Mayro.
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