¡Cuidado, el exceso de diplomas sobrevalora su hoja de vida y no puede conseguir empleo!
Es la realidad de miles de profesionales ecuatorianos que acumulan maestrías, diplomados, títulos o especializaciones y los sobrecalifican en los procesos de selección de personal en las empresas
En Ecuador se han registrado -según datos de la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt)- 484 771 títulos de cuarto nivel. De ese número, 113 696 fueron obtenidos en el extranjero y 371 075 corresponden a universidades del país.
Esas cifras abarcan a quienes acumulan dos o tres maestrías en sus hojas de vida, pero al momento de aplicar por una plaza laboral en las empresas, les dicen a estos profesionales que están sobrecalificados y no pueden acceder a un puesto de trabajo.
Así lo vivió la química en alimentos Gabriela Capelo, de 38 años, quien también es auditora interna en sistemas de gestión de calidad y posee un masterado en la misma rama. En febrero, ella aplicó para un cargo de coordinadora de investigación y desarrollo en una empresa ubicada en Puembo. Cuando en Talento Humano revisaron su hoja de vida, le dijeron que tiene demasiada preparación y buscan un perfil de un profesional más junior. Le dijeron que el salario era de apenas USD 700 y que estaba sobrecalificada para el puesto.
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En la actualidad, ella no tiene trabajo fijo y sus ingresos económicos dependen de los cursos virtuales que dicta por Internet con un amigo. Ha buscado hacer proyectos de certificación orgánica e importar comida y buscar certificaciones sanitarias, pero nada de eso se ha concretado. Cuenta que, en el ámbito de su carrera profesional, los salarios son bajos y, muchas veces, no superan los USD 800. "Hay lugares en los que te quieren pagar un poquito más del sueldo básico, no toman en cuenta los cursos o títulos que tengas".
En su maestría invirtió USD 7 300 y la sigue pagando porque la financió con un crédito del Banco del Pacífico. Eso es muy estresante para ella porque no tiene trabajo y su situación económica es apremiante.
Richard Camacho es ingeniero mecánico y licenciado en administración de empresas. También cursa un posgrado en dirección estratégica. Afirma que, para conseguir un sitio en donde pueda desempeñarse profesionalmente, ha tenido que ocultar uno de sus títulos. "Mi objetivo es tener cargos directivos. También me han dicho que el puesto es mío y me van a llamar para seguir con los trámites para vincularme a la compañía, pero nunca se vuelven a comunicar conmigo y todo queda en nada".
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En una ocasión, aplicó para laborar como asistente administrativo en una empresa comercializadora de vehículos. Les dijo que, con sus conocimientos de ingeniería mecánica, podía colaborar en otras áreas y le dijeron que tenía demasiadas experticias. Por lo tanto, no lo contrataron.
Para Marcos Zambrano, rector de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí (Uleam), los casos de profesionales sobrecalificados son frecuentes en el país. A su juicio, el panorama de los posgrados ha cambiado en los últimos 25 años, pues hay una sobreoferta de instituciones superiores nacionales e internacionales que desvirtúa lo que representa una maestría. "Cuando una compañía privada mira que un aspirante a un puesto tiene varios títulos, prefiere no contratarlo porque eso le puede representar el pago de salarios altos ".
Por eso, se prefiere a gente con formación específica en carreras técnicas. Otro inconveniente es que un alto porcentaje de profesionales sigue especializaciones con la finalidad de dar clases en centros superiores, pero ese campo de trabajo es muy limitado. Considera que se debería implementar una reglamentación y, si alguien quiere seguir un PHD, tiene que contar con unos cinco años de trayectoria desempeñándose en un área determinada. No es recomendable que una persona acumule varias maestrías si tiene una trayectoria laboral corta.
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Con ese criterio coincide Jhon Toro Ponce, presidente de la Federación de Estudiantes Universitarios Particulares del Ecuador (Feupe). A su juicio, es preferible que los jóvenes ingenieros, arquitectos, abogados, psicólogos, etc. ganen dos años de experiencia laboral como mínimo y luego sigan preparándose o estudien mientras trabajan. Cuenta el caso de un dirigente de la Feupe, quien es ingeniero en electrónica y siguió una maestría apenas se graduó del pregrado. Cuando la terminó, no podía conseguir trabajo porque le pedían más años de experiencia.
Néstor Acosta es rector de la Universidad Estatal Península de Santa Elena. Asegura que los títulos académicos no son valorados por las empresas cuando buscan personal. "El empleador piensa que, al tener varios diplomas, el aspirante va a pedir mucho dinero como salario y no lo contratan. Hay casos de alumnos de nuestra universidad que han estudiado hasta tres maestrías, pero ellos son empleados públicos, por lo general".
Lo recomendable -acota el catedrático- es que los nuevos profesionales apuesten por sus emprendimientos. Aconseja que no deben desmotivarse y busquen alternativas. Así lograrán aplicar sus conocimientos de posgrado.
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"La gente no debe hacer tanto posgrado, sino tener una especialidad que pueda ejercer y demostrarla en el campo laboral"
Marcos Zambrano, rector de la Uleam
Los profesionales continúan especializándose y estudiando masterados mientras el desempleo se incrementa en Ecuador. En la más reciente encuesta del INEC se indica que hay 2 970 116 personas con trabajo adecuado. Es decir, 123 531 menos que en diciembre.
Asimismo, en el IESS no consta este aumento de 50 000 o 64 000 nuevos trabajadores como señaló el presidente Daniel Noboa Azín. Hasta enero hubo 3 188 009 afiliados. Eso implica 20 777 menos que en diciembre. A esto se suma que que la tasa de desempleo en profesionales con títulos de cuarto nivel pasó del 1,7% en el primer trimestre de 2023 y cerró con 2,7% en diciembre del mismo año.
Sebastián Lima es director de selección y consultoría de Adecco, una multinacional especializada en la gestión del Talento Humano. Asegura que, al hablar de perfiles sobrecalificados, primero hay que analizar las generaciones y rangos de edad de los candidatos con alta formación. Por ejemplo, si hay un joven con muchos diplomas puede ser sobrecalificado porque no tiene la experiencia necesaria para ejercer un cargo. "También tienen un desconocimiento de las bandas salariales. Sus aspiraciones van muy por encima de los presupuestos de las empresas, por lo que quedan descartados inmediatamente".
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Asegura que, en la actualidad, luego de la pandemia del covid-19, en las compañías se dieron cuenta que la selección del talento debe enfocarse más en el desarrollo de las competencias como atención al cliente o liderazgo. En ese contexto, los títulos tienen menos relevancia. También se valora la aptitud, es decir, el fit cultural y este tiene que ver con que las las empresas contratan individuos cuyas personalidades y valores calzan con la estrategia de la organización.
Recomienda a los jóvenes que no esperen a graduarse de la U para buscar trabajo. Al contrario, lo ideal es hacerlo mientras se preparan académicamente, incluso desde los primeros semestres. Así contarán con mayor experiencia y tendrán menos trabas a futuro. A veces, los perfiles en las compañías son muy estrictos en cuanto a los años de ejercicio profesional. "Es necesario se que vinculen a prácticas, pasantías de vinculación, mucho antes de graduarse".
Así podrán adaptarse a la realidad laboral del país. Dice que se deben seguir especializaciones acordes a las demandas del mercado. Por ejemplo, ahora están en crecimiento los temas digitales, tecnológicos, mercadeo (marketing) o ventas.
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¿Qué hacen los profesionales al no conseguir trabajo?
Los casos de personas con títulos universitarios que se quedaron sin trabajo se dan todos los días en Ecuador. Una de las alternativas que han encontrado para continuar generando recursos económicos y mantener a sus familias es dedicarse a dar servicios de transporte en plataformas tecnológicas.
Arturo Torres Naranjo es chef profesional y presidente de la Asociación de Deliverys Independientes del Ecuador (Deley). Estuvo casi seis años sin ejercer su carrera porque no conseguía un sitio para laborar. Afirma que la organización que preside cuenta con 30 000 agremiados a escala nacional. De ese número, un 25% tiene formación universitaria en gastronomía, ingenierías, agronomía, etc. "La situación es muy difícil porque necesitamos subsistir".
Pablo Garcés dirige a la Asociación de Conductores de Apss del Ecuador, que cuenta con más de 50 000 socios. El 70% de ellos cuentan con formación de tercer y cuarto nivel. Hay ingenieros, licenciados, médicos, abogados o arquitectos con uno o dos masterados. Por ejemplo -acota el dirigente- recientemente ingresó un profesional, mayor de 45 años, con dos maestrías en marketing.
No puede laborar por la edad y no tuvo otra opción para desempeñarse. "Estudiar es bueno, pero en las empresas valoran más la experiencia". También hay mujeres solteras y madres de familia con alta formación académica que no pueden conseguir empleo.
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