Migrantes ecuatorianos al borde de la muerte al cruzar el desierto en la frontera de EE.UU. y México
Migrantes ecuatorianos cuentan que al cruzar el desierto entre México y Estados Unidos corren el riesgo de morir deshidratados o por el ataque de animales. Conozca testimonios reales.
Los rayos del sol cegaban al ecuatoriano Paúl, de 32 años, mientras cruzaba el desierto en el estado fronterizo de Arizona en Estados Unidos. Llevaba más de dos días caminando bajo temperaturas que alcanzaban hasta 50 grados centígrados junto al 'pollero' y migrantes de diferentes países.
El 'pollero' o guía es quien lleva a los migrantes, llamados popularmente 'pollos', avanzando en fila para internarse clandestinamente por los senderos que los conducen a su destino final. "Yo pensaba que allí era plano, pero me encontré con otra realidad porque las montañas son inmensas. La gente solo habla del tapón del Darién en Panamá, pero el desierto entre México y EE.UU. es igual de peligroso. Se ve de frente a la muerte", contó Paúl a Ecuavisa.com.
Se demoró un mes y medio en llegar a los Estados Unidos y en el camino se encontró con dos ecuatorianos. El 'pollero' les entregó unos trajes y gorras verdes, tipo militar, para camuflarse entre la vegetación y las piedras. También llevaban mochilas grandes, del mismo color, con comida y agua, la cual se hacía más pesada conforme avanzaban a paso lento.
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El hombre oriundo del cantón Balsas, en la provincia de El Oro, recuerda que en algunos trayectos se escuchaba cómo aullaban los coyotes, pero también había alacranes o la cascabel cornuda, considerada como la serpiente asesina en el desierto ubicado entre Sonora y Arizona. Caminaba con cuidado y le pedía a Dios que no le pasara nada. Recordaba a su hija y esposa que se quedaron en Ecuador.
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Solidaridad y ayuda en la línea de frontera
Gerardo Campos es voluntario de Paralelo 31 SAR, una organización dedicada a la búsqueda y rescate de migrantes en la frontera, cuya sede se ubica en Los Ángeles, estado de California. Coincide en que los animales del desierto son un peligro. "También hay pumas que atacan. Por eso, al cruzar la línea fronteriza, cada persona ya corre un alto riesgo de morir".
A esto se suma que las condiciones del terreno son hostiles. La temperatura de la arena y piedras llega normalmente a los 22 grados, pero hay momentos en los que puede aproximarse a los 60 grados y caminar resulta muy complicado.
Cada semana, personal de esa organización recorre la frontera y ha encontrado a varios ecuatorianos deshidratados y gente de otros países en las mismas condiciones. En algunos casos, los migrantes deliran por el golpe de calor y se desnudan en zonas agrestes sin darse cuenta del entorno y los peligros. Muchos han sido encontrados en calzoncillos junto a sus botellas con agua y raciones de alimentos. Caen en el síndrome del sueño profundo porque ya no tienen fuerzas para despertar y pierden la vida.
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Otros arrojan las mochilas con comida porque no soportan el peso, pero se quedan sin provisiones para avanzar, lo cual es grave porque existen rutas para ingresar a EE.UU. que pueden durar hasta dos o tres semanas.
También han hallado cadáveres de indocumentados que se caen de los precipicios y se fracturan; no pueden seguir su camino por las graves lesiones. Eso ocurre principalmente en la zona fronteriza del estado de California, explica Campos. De igual forma hay huesos y cráneos que, en algunos casos, corresponden a niños.
Eso le ocurrió a Paúl mientras avanzaba con otros migrantes. Alcanzó a ver el cráneo de una persona, pero prefirió seguir con el trayecto y no desmoronarse anímicamente. Cuando el camino se puso más difícil, sus amigos ecuatorianos se quedaron sin fuerzas. Trató de ayudarlos y darles ánimo, pero el 'pollero' le dijo que avancen. En esas circunstancias es prohibido detenerse porque corren el riesgo de ser localizados por la Patrulla Fronteriza o detectados por los radares que se ubican en sitios estratégicos de las montañas.
La instrucción fue que todos deben seguir y nadie puede quedarse, quien lo hace queda abandonado a la intemperie. "Supe que los compañeros lograron reponerse con lo último de sus fuerzas y llegaron a sus destinos en diferentes ciudades de EE.UU.", contó Paúl.
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Situaciones de ese tipo son frecuentes, acota Campos. En varias ocasiones, él y sus compañeros han localizado adultos e infantes abandonados por sus padres, quienes esperan que los rescate la Patrulla Fronteriza y no los deporten. "Los dejan a que la muerte les llegue porque no todos los niños son encontrados y muchos mueren en el proceso".
Particularidades del desierto por zonas
Al final del trayecto le dolían los pies. Recuerda que un migrante centroamericano le aplicó un aerosol que le desinflamaron las ampollas y pudo continuar su camino.
La gente solo habla del tapón del Darién en Panamá, pero el desierto entre México y EE.UU. es igual de peligroso. Se ve de frente a la muerte
Paúl, ecuatoriano migrante de 34 años
La ecuatoriana Lorena Mena está radicada en Tijuana y es directora de Continente Móvil, una consultora especializada en realizar estudios sobre migración. Asegura que en la actualidad es muy común encontrar un alto flujo de ecuatorianos que tratan de ingresar a EE.UU. desde la frontera noreste de México en donde se localizan los estados de Chihuahua y Tamaulipas.
También Coahuila porque allí funciona una red grande de coyoteros. Con base en los testimonios levantados por las autoridades migratrias mexicanas, ella asegura que los ecuatorianos dejan el país por la inseguridad y la falta de empleo. Al cruzar a EE.UU. por el estado mexicano de Chihuahua, por ejemplo, las temperaturas son bajísimas en invierno, ahí los migrantes corren el riesgo de congelarse en el desierto porque las temperaturas bajan hasta -17 grados.
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