El paradero del taxista Carlos Segura Piñaloza continúa siendo un misterio para sus allegados. Han pasado 11 días y su paradero sigue siendo desconocido, por lo que aumenta la desesperación entre sus familiares y amigos en Quito.
Lo último que se supo del conductor, de 69 años, fue que tomó una carrera a las 16:40 del viernes 21 de octubre en la intersección de la avenida General Mancheno y la calle S51D, en el sector del Camal Metropolitano de Guamaní, extremo sur de la capital.
Eso activó a los taxistas en la ciudad, quienes se solidarizaron con la familia de Segura. De hecho, algunos conductores participaron en la marcha que realizaron, el lunes 31 de octubre, desde el parque El Arbolito hasta la Fiscalía en la av. Patria y 9 de Octubre.
Segura pertenece a la compañía Ecuataxis, que cuenta con 1 200 socios en el Distrito Metropolitano de Quito. Su presidente, Patricio Basantes, manifestó que sus agremiados son víctimas a diario de la delincuencia. Asegura que, en promedio hay más de 20 robos al día, pero nadie denuncia porque no hay confianza en la justicia.
Otros conductores se quejaron de que los robos se dan en diferentes puntos de la ciudad. Por ejemplo, en la zona del intercambiador del Trébol y la subida hacia Luluncoto hay ladrones que roban bajo la modalidad del bujiazo.
Lo mismo en la zona de los túneles de San Roque y San Diego en el Centro Histórico. Por eso, algunos conductores pidieron a la Policía que investigue a profundidad a las bandas delictivas que atacan a los taxistas en la capital para robarles el carro.
Un testimonio real
Aracelly N. (nombre protegido) estuvo en el plantón en las afueras de la Fiscalía. Contó que a inicios de octubre fue víctima de un asalto en la ciudadela Biloxi en el sur de la capital.
Paró a una mujer, quien vestía un traje de enfermera, en la intersección de las avenidas Mariscal Sucre y Libertadores, sector de La Magdalena. La pasajera le pidió que la lleve a la ciudadela Ibarra, pero en el trayecto le pidió que cambie de ruta para subir a la Biloxi para retirarle a su hijo.
Al momento que curvó para darse la vuelta en el vehículo, la mujer le propinó un golpe en la cara que la mareó. Luego la interceptó un automóvil del que se bajaron dos individuos, quienes la agredieron físicamente y le robaron algunas piezas del taxi como el cerebro, panel de control, entre otras piezas.
Para recuperarse de las pérdidas económicas, ella organizó un hornado solidario. Con lo que obtuvo compró los repuestos que le robaron de su automotor.
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