Imbabura | Un hombre que asesinó a su pareja a machetazos fue sentenciado a 34 años en prisión
La joven cursaba el último año de bachillerato y estudiaba para ser auxiliar de enfermería.
Roberto Carlos F. deberá cumplir 34 años y ocho meses en prisión, como autor de femicidio de su pareja, Kerly G. El hecho ocurrió en marzo de 2024.
Durante la audiencia de juicio, la Fiscal del caso detalló que, la noche del 27 de marzo de 2024, la adolescente asistió con sus amigos a un repaso del viacrucis en la iglesia de la parroquia Mariano Acosta, en el cantón Pimampiro (Imbabura). A las 22:00, Kerly salió hacia su domicilio acompañada de un amigo, pero Roberto Carlos F. los interceptó en el camino y los agredió con un machete.
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El amigo de la víctima también sufrió heridas, pero logró huir para pedir ayuda. Él contó que Kerly G. fue llevada a la fuerza en una moto por el agresor y su amigo, que es menor de edad.
Su cuerpo fue encontrado el 28 de marzo de 2024.
Kerly G. vivía en un círculo de violencia
La autopsia practicada en la joven determinó que la causa de la muerte fue una hemorragia cerebral, fractura de cráneo y trauma craneoencefálico, provocados por un objeto contuso cortante; presumiblemente un machete.
La víctima presentaba seis heridas punzocortantes, una en la mano izquierda como defensa. Además, se reveló que tenía una fractura del hueso hioides post-mortem (cuello) y que los dedos de los pies presentaban heridas por fricción (al subirla en la moto sus pies fueron arrastrándose).
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El adolescente que acompañó al sentenciado declaró haber sido cómplice del femicidio. Relató que aquella noche estuvo con Roberto Carlos F. y vio cómo agredió a la víctima, y a su amigo. Luego, subieron a Kerly a la moto y, al llegar al páramo, la enterraron.
Tras el crimen, ambos regresaron a la casa del femicida para bañarse y cambiarse, pero fueron capturados por la Policía. En el domicilio se hallaron varios indicios, como las botas de caucho del agresor, prendas con la sangre de la víctima y el estuche del machete.
Los informes de la pericia de trabajo social indicaron que Kerly vivía en un círculo de violencia, en una relación de poder asimétrico porque era mujer, adolescente e indígena, factores que la hacían doblemente vulnerable.
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La joven cursaba el último año de bachillerato y estudiaba para ser auxiliar de enfermería.
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