Quito: el secuestro con muerte que fue dirigido por alias Invisible y que terminó con dos sentenciados
Así lo indicó la Fiscalía General en un comunicado. La justicia condenó a 34 años y ocho meses de prisión a Erick R. y Xavier V., quienes fueron procesados por la desaparición con muerte de Edwin Antonio A. G., a inicios de julio de 2023.
La justicia sentenció a 34 años y ocho meses de prisión a Erick R. y Xavier V., quienes fueron procesados por la desaparición con muerte de Edwin Antonio A. G., en Quito. También deberán pagar una multa de 1 000 salarios básicos unificados (USD 460 000) y una reparación de 5 000 dólares para los familiares de la víctima, como autores del delito, cometido con ensañamiento y entre dos o más personas.
¿Cómo se dieron los hechos? La noche del 4 de julio del año pasado, un grupo de cinco personas comía en un restaurante ubicado en las avenidas De los Shyris y Portugal, en el hipercentro de Quito. Mientras compartían la cena, dos hombres, vestidos con trajes de repartidores, ingresaron al establecimiento, miraron a su alrededor y rápidamente se fueron.
Diez minutos después, seis individuos armados irrumpieron y gritaron: “¡Esto es un asalto!”, provocando gran susto entre los clientes del local. Uno de los delincuentes apuntó a José H., uno de los comensales y amigo de la víctima, quien volteó la mesa donde se encontraban y corrió hacia una puerta del local, que después supo que era el cuarto frío en donde se guardan los alimentos.
Al resto de gente les quitaron teléfonos celulares y billeteras. En esos momentos, los maleantes se preguntaban a quien de los sometidos en el piso debían llevarse secuestrado.
Uno de los que se encontraba en el piso vio como golpeaban, con la cacha de la pistola, a Edwin Antonio A. G., a quien le decían “Toñito”. Otro observó cuando lo tomaron por los pies y lo sacaron por la fuerza del local para subirlo a un automóvil.
Tras comunicarse con el ECU 911 y alertado a la Unidad Antisecuestro y Extorsión de la Policía Nacional (Unase), los amigos empezaron la búsqueda de “Toñito”. Rastrearon sus celulares desde otros dispositivo móviles. Captaron una señal –que se desvaneció minutos después– en Carcelén Bajo y otra en la Mitad del Mundo, al extremo norte del Distrito Metropolitano.
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Cadáver hallado en una quebrada en La Roldós
Al otro día del secuestro, el 5 de julio, el personal policial de turno para levantamiento de cadáveres acudió, a las 10:30, a la quebrada de Chitahuaico, ubicada en el sector de La Roldós.
Los vecinos del sector dijeron a los uniformados que habían visto, a las 10:00, cómo un auto se estacionó al filo de la quebrada y que sus ocupantes “botaron algo”. Al acercarse, observaron un saco con manchas de sangre y unos diez metros más abajo, sobre la pendiente, un cuerpo.
Con la Dinased y Criminalística, se levantó el cadáver y se recolectaron indicios como un saco y un papel en el que habían escrito: “por sapo”.
Tres horas antes, a las 07:00 del 5 de julio, José H. y otro amigo se reunieron en el segundo piso de un restaurante, localizado en las avenidas Amazonas y Eloy Alfaro, también en el hipercentro de la capital. Mientras se servían los alimentos, esperaban a las personas con las que habían estado la noche anterior cuando se dio el secuestro de Toñito.
Uno de ellos ingresó al local. En ese momento, José se percató que un joven entró atrás de él y subió hasta donde estaban reunidos. Luego, se sentó al frente, observándolos fijamente.
Alertado por esas miradas extrañas, José lo encaró y obligó a entregar su celular para revisar mensajería instantánea y galería de fotos. Lo sometió, le quitó el teléfono y encontró mensajes borrados y fotografías de él, de la noche anterior, en el restaurante de comida donde se dio el secuestro. Inmediatamente llamó a la Policía.
Los equipos de la Dirección de Muertes Violentas y Desapariciones (Dinased) y Unase, junto con la Fiscalía de turno, se reunieron en el parque La Carolina para cotejar la información. Se comprobó que el cadáver encontrado en La Roldós correspondería a la persona secuestrada.
Los investigadores de campo llamaron a José H. para que acudiera al lugar e indicarle la fotografía del cadáver. Lo reconoció y dijo que se trataba de Toñito.
También les informó que el hombre que había hecho aprehender en el local de comida manabita, era uno de los que los había asaltado y llevado a su amigo. Se trataba de Erick R., de 20 años.
Al allanar su vivienda –en circunstancia flagrante– se encontraron teléfonos celulares y cédulas de dos ciudadanos colombianos, quienes murieron en la Penitenciaría del Litoral, el 7 de octubre de 2023, y uno venezolano.
El perito que extrajo la información del celular de Erick R. y expuso los hallazgos ante el Tribunal de Garantías Penales. Según Fiscalía, así se establecieron los pormenores de la organización del secuestro y posterior crimen –liderado por alias El Invisible (a quien debían reportar)–, que debía ejecutar a alias Lobo invisible, pero que iba dirigido contra José H., de quien –incluso– se encontró una foto (de su licencia de conducir).
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¿Nexos con Los Lobos?
Entre los indicios también se hallaron logos del GDO Los Lobos y del Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG). También se detalló la compra de un auto Kia “que en Quito roban por montones”. Una persona les pedía 2 000 dólares, pero le ofrecieron 1 500.
Se determinó, además, que Erick R. envió mensajes desde los exteriores del restaurante de comida donde ocurrió el secuestro. Decían “¡con todo, lobos!” y se encontraron audios con los siguientes mensajes:
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Sin embargo –expuso el fiscal a cargo de las investigaciones – se equivocaron de blanco para secuestrar, según la extracción de la información: “Ábranse nomás porque parece que el man que cogieron esos manes no es”.
La Fiscalía presentó entre las pruebas, el resultado de la extracción de huellas dactilares en el papel que encontraron junto al cadáver de “Toñito”.Se obtuvo una huella de Xavier V., quien fue vinculado en el transcurso del proceso.
El protocolo de autopsia determinó que la víctima murió estrangulada con un cordón de zapato, después de ser objeto de tortura, con golpes y puñaladas. El seguimiento de la ruta de los teléfonos indicó que antes de matarlo, lo trasladaron a Carcelén Bajo y a la Mitad del Mundo, para terminar en la cooperativa Jaime Roldós.
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