Este 9 de abril de 2024 se cumple una semana de la tragedia que dejó un fallecido y miles de dólares en pérdidas. Los perjudicados piden ayuda a las autoridades.
El río con lodo, piedras, palos y basura chocó de frente al Hyundai Matrix que conducía Rubén Barros en empinada calle José Berrutieta en el sector de La Comuna, pasadas las 14:00 del martes 2 de abril. El aluvión sacudió el vehículo con mucha fuerza y lo golpeó contra una vivienda y un poste de alumbrado público.
La ventana del conductor se estalló y el carro comenzó a inundarse por dentro. El fango llegó a la altura del pecho de Barros, quien se tragó una gran cantidad de barro y comenzó a ahogarse. Desesperado y sin más opciones, decidió salir rápidamente por la ventana de su auto. Se agarró de los matorrales de un terreno baldío. Desde allí solo alcanzó a observar cómo otros automotores eran arrastrados por la correntada. Se chocaban entre sí o se golpeaban con las puertas y paredes de los edificios o viviendas.
En esos momentos, el hombre de 59 años solo se encomendaba a Dios y pensaba en su esposa e hijos. Todo parecía una película de terror. Al final, su auto terminó completamente destruido junto a una cancha de tenis, casi tres cuadras más abajo del punto en donde le alcanzó la marea de aguas negras y desperdicios. "Ese día iba a visitarle a mi mamita y avisarle que había pagado el arriendo de la casa que alquila con mi hermano que tiene discapacidad. No sé cómo sobreviví a esa tragedia", contó en una entrevista a Ecuavisa.com.
Su carro se acabó y espera que las autoridades municipales lo ayuden. Tiene dolores en las piernas y le arde el estómago por la gran cantidad de lodo que tragó mientras su auto era arrastrado.
Todas esas escenas quedaron registradas en videos que se viralizaron masivamente en las redes sociales. Ahora que se cumplen ocho días de esa emergencia que dejó un fallecido y cuantiosas pérdidas materiales, los damnificados piden a las autoridades que los ayuden porque lo perdieron todo y deben comenzar de cero.
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Bona Chiriboga alquilaba un departamento en la casa naranja, localizada en la calle Andrés Córdova, a lado del muro de contención que se fue al piso por la fuerza del agua. Con lágrimas en sus ojos, cuenta que lo perdió absolutamente todo. Incluso los materiales con los realizaba las manualidades que comercializaba. El lodo destruyó la lana con la que elaboraba tejidos. "Me quedé en la calle".
Los electrodomésticos de su casa son inservibles. Al momento, ella no tiene empleo y pide ayuda al Municipio de Quito. "Yo daba capacitaciones en el 60 y Piquito, quizás me podrían ayudar porque no tengo para vivir. Necesito un empleo".
Con miedo, la mujer aún recuerda lo que ocurrió el pasado 2 de abril. Estaba al interior del departamento con su perro, Pinky, cuando escuchó un estruendo que sacudió la casa. Se acercó a la ventana y vio al muro destrozado y un automóvil blanco que cayó desde el estacionamiento del edificio contiguo de la parte superior.
Por el impacto, una de las ventanas de su departamento se rompió y por allí ingresaban agua, palos, tierra y toda clase de basura que inundaron rápidamente las habitaciones. "No podía salir y solo sujetaba a mi mascota. Alcancé a ver unos troncos de árboles muy grandes que golpeaban las paredes y puertas".
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Lo mismo pasó con Mariela Llumipanta, quien labora llevando contabilidades de personas externas y empresas. Afirma que las computadoras con las que trabajaba se acabaron por completo. Todos los aparatos de su casa no funcionan porque les entró agua.
El lodo llegó con tanta fuerza que casi arrastró a sus familiares, pero lograron sostenerse de los cubre ventanas. Si no lo hacían se golpeaban de frente contra un muro de la vivienda. De forma simultánea, "al rato que el agua salió, con mucha fuerza, desde el estacionamiento del edificio posterior y lanzó un vehículo, se escuchó un ¡pum!". El lodo bajaba por las gradas como si fuera una cascada.
Su hermano perdió todo y su sobrino está golpeado. El techo de zinc de la casa de Bolívar Gómez tuvo afectaciones por la caída del muro. Se dañaron la cocina, nevera y lavadora. "Le pido al Municipio que inspeccione el edificio contiguo de donde cayó el muro".
En la casa de Patricio Taipe, de 56 años, ubicada en el pasaje Aquiles, el barro alcanzó una altura de aproximadamente 20 centímetros. El aluvión le destruyó el televisor, equipo de sonido, ropa, cama y la computadora. "Me quedé sin nada. Estoy desempleado desde hace un año".
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Solo recuerda que, el día del aluvión, salía de su cuarto y se encontró con un río de aguas negras dentro de su casa. Lo empujó y el fango lo iba cubriendo poco a poco hasta llegar más abajo de sus hombros.
El piso también tiene daños y su sobrina lo perdió todo. "Queremos que el Municipio nos ayude a reponer la casa, recuperar algo de lo que teníamos".
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"Mi vehículo quedó con pérdida total"
Karla Santacruz, de 34 años, es la propietaria del carro blanco que cayó desde el estacionamiento del edificio ubicado junto a una de las casas de damnificados. Ella contó a Ecuavisa.com lo que vivió la tarde del 2 de abril de 2024.
"Me dijeron que hay pérdida total del vehículo, un Chevrolet Sail. Tras la emergencia, se lo llevó la grúa del seguro que es empresarial. Están revisando si me lo reponen, pero todavía no he recibido una respuesta.
No puedo creer lo que pasó. Yo estuve aquí, en el cuarto piso del edificio, cuando llovía. Salí a ver por el balcón de mi departamento y pude observar cómo cayó el vehículo desde el parqueadero hacia el patio posterior de la casa de los vecinos y no me percaté que era el mío. Nunca me imaginé que el muro se iba a romper.
Solo vi un carro, pero pensé que era otro de los que estaban parqueados ahí. Luego, los vecinos me dijeron que baje y que evacúe porque se rompió toda la pared del edificio y cuando bajé y me di cuenta que era mi carro el que se destruyó.
El aluvión nos afectó tanto que rompió la pared del edificio. Ingresaron palos, troncos e incluso vehículo, lo cual se pudo ver en las cámaras. El carro baja desde el túnel, se mete acá e ingresa al edificio, al parqueadero y finalmente se queda ahí.
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El agua bajaba con una fuerza increíble. Eran troncos, árboles enormes, mucha basura, hierbas y piedras. Todo eso se mete y mi automotor sale expulsado. Al final cedió la pared.
El muro de contención también se acabó. Pedimos a las autoridades que, por favor, nos colaboren con el muro de contención. Este nos va a a dar seguridad, tanto a nosotros como a los propietarios de la propiedad contigua.
Hay una columna rota, pero el arquitecto estuvo aquí con el calculista y los planos. Nos dijeron que esta no es estructural, sino es una que la colocaron para sostener la pared, nada más. Las bases del edificio están bajo bajo la tierra y cubiertas. O sea, el edificio estructuralmente no está dañada.
Yo aquí tengo toda mi inversión, mi casa, mi patrimonio. No me puedo dar el lujo de decir, bueno, me voy y buscar dónde vivir, o un sitio para arrendar. No es así".
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