Quito | Dos pesebres comunitarios incentivan al cuidado del ambiente en Carapungo
Las creaciones se realizan con materiales reciclables y sus figuras se elaboran durante todo el año.
Las botellas y sus tapas dan forma a animales; telas crean personajes, cartones edifican casas y hasta ponen en marcha el tren de Navidad.
Aparentemente, son materiales inservibles, pero en manos de Ligia Larco cobran vida y tienen un nuevo sentido. Ella elaboró un pesebre gigante para la comunidad de Carapungo, en el norte de Quito, con materiales reciclables. Las piezas las elaboró durante todo el año; son cerca de 300 y armarlo le tomó 12 días.
Con tillos se forman techos, las cáscaras de huevos de codorniz cubren paredes y tumbados, botellas plásticas son las columnas de una casa.
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El portal de belén, con María, José y el Niño Jesús, un huerto, la panadería, el granero y hasta el palacio de Carondelet con los Granaderos de Tarqui, forman parte del pesebre y todo con material reutilizable.
Un pesebre comunitario
Dos cuadras hacia el sur, en el parque, está otro pesebre con características similares. Es comunitario y todos los elementos que lo conforman son reciclados.
Durante un mes se armaron las casitas, los animales y cada uno de los elementos del nacimiento.
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Está expuesto para todos los vecinos para compartir un mensaje de amor al prójimo, pero también a la naturaleza.
En Carapungo buscan conservar las tradiciones, la ilusión y amor por la Navidad, pero también cuidar el medio ambiente, la casa de todos que están convencidos la deben cuidar.
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