En el Centro Histórico se ofertan nacimientos miniatura elaborados con productos reciclados
Magdalena Tello elabora, desde hace seis años, pesebres en miniatura. El más pequeño mide un centímetro y medio y el más grande cinco centímetros.
Su paciencia, precisión y buen pulso le permiten convertir elementos de desecho en verdaderas obras de arte. Magdalena Tello elabora, desde hace seis años, pesebres miniatura con materiales reciclables, como pepas de eucalipto, de mango, cáscaras de limón, naranja, pistachos, nueces y hasta de huevos de codorniz, pasando por tillos, tapas y botellas.
Con todos ellos, previamente hechos una profunda limpieza, hace los pesebres. Cuenta que trabajar con cáscara de naranja, por ejemplo, no es tan fácil como se creería. "Es todo un proceso. Hay que sacarle todo el bagazo", añade.
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Algunas de las figuras del pesebre las hace con pequeñas pepas de melón. Y se enorgullece al confesar que, hasta ahora, no necesita lentes.
"Se me ocurrió hacer los cuerpos con las pepas de melón. Las cabecitas las hago de porcelana y cromo"
Emplea botellas plásticas, cartones de huevos, toda su vida vio la necesidad de cuidar la naturaleza.
"Soy una de las personas que cuido (la naturaleza). Cada vez que voy a la tienda no pido en funda. Yo llevo una propia o digo 'no es necesario'. Botellas que veo, reciclo. Me gusta mucho reciclar y así inculco a mi familia".
Pesebres de hasta cinco centímetros
Su don es natural. La habilidad nació con ella, sus herramientas, pinzas, pinceles y una gran destreza para pintar, dibujar y moldear. El pesebre más pequeño mide un centímetro y medio y el más grande cinco centímetros.
Cuenta que, para lograr una buena producción, optimiza su tiempo y trabaja en varios nacimientos a la vez. Mientras la pintura de unos se seca, ella coloca los detalles en otros.
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Es un pequeño lugar de habilidad y amigable con el ambiente en el centro histórico, que invita a vivir una Navidad responsable y llena detalles.
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