La propuesta de Luisa González de crear gestores de paz aviva el debate sobre la conformación de grupos paramilitares
Los gobiernos de izquierda usan a civiles armados para defender su régimen.
Son reclutados en los barrios, reciben entrenamiento militar, pasan encapuchados y usan armas de fuego, los gobiernos socialistas crearon los grupos civiles armados para sostener lo que ellos llaman una revolución pacífica.
En Venezuela los originó Hugo Chávez. Inicialmente, se llamaban círculos bolivarianos, pero en 2002 se denominaron colectivos. El chavismo los justifica diciendo que son quienes ejecutan los planes sociales en las comunidades, hasta reemplazan a la fuerza pública en barrios donde no entran por la delincuencia y el narcotráfico, pero la oposición venezolana denuncia que, lejos de frenar esas actividades, son quienes las promueven.
Sus acciones son coordinadas directamente con el estado y cuando la oposición reclama en las calles son la primera línea de defensa del régimen. Hordas de motociclistas, con el rostro cubierto y armas en sus manos, disuelven las manifestaciones, amedrentando a la población incluso disparando.
Bajo el régimen de Nicolás Maduro salieron de la nómina del estado y permitieron que se criminalizaran y en el 2019, Maduro creó una nueva facción: las cuadrillas defensoras de la paz. Eran más de lo mismo, grupos armados para controlar y amedrentar a la oposición.
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Se escudan en la Constitución que habla de la corresponsabilidad del estado y la sociedad civil para defender el país, pero organizaciones como Human Rights Watch los califican como bandas paramilitares que desarrollan actividades criminales ante los ojos del estado con total impunidad.
La incursión más reciente fue en las elecciones del 28 de julio de 2024, cuando ayudaron a identificar y a detener a quienes recopilaron las papeletas que probaban el triunfo de Edmundo González.
En Nicaragua también hay civiles armados que defienden al régimen
Bajo un concepto similar, estos grupos civiles armados se crearon en la dictadura socialista de Daniel Ortega en Nicaragua, quien en 2018 reconoció que existen, pero negó que tengan vínculos con el estado. Sin embargo, muchos portan símbolos de su partido político.
Esas comunidades también se sostienen en el discurso de restablecer el orden y ayudar a la gente a recuperar su libertad. Andan enmascarados, presumen sus armas, se movilizan en camionetas 4x4 y visten camisetas azules para trabajar en coordinación con la policía, por eso, organismos internacionales los califican como parapoliciales. Y al igual que en Venezuela, estos grupos armados son los primeros en reprimir las manifestaciones contra la dictadura de Ortega.
En enero de este año fueron legalizados en la nueva enmienda constitucional, desde entonces se llaman Fuerzas Militares de Reserva Patriótica integrada principalmente por soldados, marinos retirados y la “policía voluntaria” integrada por civiles.
En Cuba: civiles armados se llaman milicia de tropas territoriales
Lo mismo ocurre en Cuba desde hace 45 años, ahí los grupos armados civiles son conocidos como Milicia de Tropas Territoriales Organizadas hasta en batallones bajo el mando de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de la Dictadura de Miguel Díaz-Canel.
Entre los integrantes hay estudiantes universitarios con la ideología de defender lo que llaman conquistas de la revolución. Tienen la misión de proteger infraestructuras estratégicas, pero también el poder de reprimir.
Desde 1960 también funciona en Cuba la estructura de Comités de Defensa de la Revolución, que tiene representantes en cada barrio. El discurso castrista los creó con la excusa de ser los espacios para involucrar a los ciudadanos con la revolución, pero los críticos al régimen totalitario dicen que su real misión es convertir a los propios cubanos en una suerte de policía secreta, vigilando y reportando cualquier actividad que consideren una amenaza para el gobierno.
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