El correísmo intenta que Jorge Glas sea reconocido como un perseguido político
En medio de la crisis diplomática entre Ecuador y México, la Revolución Ciudadana busca una oportunidad para defender al exvicepresidente.
La organización política Revolución Ciudadana (RC) cree haber encontrado una estrategia. En medio de la crisis diplomática entre Ecuador y México se quiere franquear una oportunidad para defender al segundo más célebre de sus convictos.
Para ello se monta en la postura del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, quien, lidiando con su dificultad para construir una idea, reivindica la postura de que Jorge glas es un perseguido político.
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Para ello, no ha tenido problema alguno en admitirlo primero como huésped en la embajada en Quito y luego en darle asilo. Dos gestos que no podían suceder a la luz del derecho internacional porque la figura de huésped no existe y porque el asilo no es una institución disponible para delincuentes sentenciados.
Ecuador, en cambio, plantea estos dos aspectos basado en su propia historia, en su propia lucha contra la corrupción pero, internacionalmente la condena ha sido unánime.
Sin embargo, hay quienes pretenden plantear el debate político interno a la luz del debate internacional.
En foros multilaterales se debatió el respeto a principios normativos. Dentro de Ecuador hay quienes bajo ese paraguas buscan precautelar los intereses de un grupo. Y en ese combo va también la impunidad.
Dentro del país, el correísmo pretende hacer creer que el Gobierno mexicano conoce más de los procesos judiciales del exvicepresidente que los órganos de justicia internos que dispusieron su ubicación y captura.
Por ello, el anhelo de la RC es posicionar la idea de que Glas en un perseguido político y de que la discusión se debe hacer bajo las consideraciones políticas mexicanas. No obstante, les ha resultado difícil sumar adeptos que consideren sus teorías.
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Pero igual están ahí, insistiendo en que la inviolabilidad de la embajada está necesariamente adosada a su postura de desconocer las sentencias judiciales y al reconocimiento de Glas como perseguido.
Paralelamente, el expresidente Rafael Correa reclama que si la orden era de arresto y no de allanamiento por qué se llevaron los dispositivos de Glas. Asimismo, denuncia que no se podían remover los teléfonos del predio porque el exvicepresidente no los tenía consigo, como si temiera a que se conozca su contenido.
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