Los monos, pumas y osos son algunas de las especies beneficiadas por la reforestación en el proyecto Andes-Napo
La iniciativa, liderada por la Fundación Jocotoco, trata de recuperar la conectividad biológica reforestando. Esa conectividad se perdió hace 50 años, cuando las poblaciones colonizaron y se establecieron.
Graciela Erazo logró recuperar el bosque en su propiedad de 350 hectáreas en Archidona, en la provincia del Napo. Con su familia sembró alrededor de 10 mil plantas en un territorio que se degradó por la ganadería y que ahuyentó a especies que ahora retornaron.
Algunos de ellos son los monos tamarinos de manto negro, un tipo raro de primate que, aunque es originario de la Amazonía alta, también se encuentra en Colombia y en el nororiente de Brasil.
De hábitos diurnos, se mueve en manada y se alimentan de invertebrados, frutas, semillas, savia y flores. Por la mañana llegan aquí, comen, juguetean mientras son observados por turistas.
"Cuando nosotros hacíamos ganadería, todo este espacio, antes de ser reforestado, era pasto. En esa época no habíamos visto a este mono, ni adentro al bosque al que íbamos, donde también había pasto. Ellos fueron llegando solos", dijo Graciela.
También recordó que, al principio, fueron cuatro monos los que aparecieron en la zona reforestada. Hoy, son ocho.
Proyecto de conservación Andes-Napo
Wyra Reserve es parte del proyecto de conservación Andes-Napo, liderado por la Fundación Jocotoco, para recuperar la conectividad biológica reforestando. Esa conectividad se perdió hace 50 años, cuando las poblaciones colonizaron y se establecieron.
Trabajan comunidades que viven en la franja que va desde Archidona hasta Loreto, en Orellana; un corredor de unas 35 mil hectáreas.
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De la reforestación sobresalen el guarumbo, la caña agria de monte necesaria para la supervivencia de colibríes, la chonta una variedad de palma espinosa de la que se aprovecha todo: su fruto, el cogollo tierno para extraer el palmito y hasta el gorgojo; esos gusanos de gran valor nutricional, conocidos como chontacuro.
La reserva Narupa, que está en la parte alta del Napo, también es parte de este corredor ecológico. Una zona de 2 500 hectáreas donde no solo se logró regenerar el bosque, sino también se protegen mamíferos como el puma y el oso andino.
El proyecto no solo monitorea las especies con las cámaras trampa; capacitan a jóvenes de la comunidad Jondachi que ahora son guardianes del bosque.
Protegerlo conlleva administrar también amenazas que están latentes.
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Napo es, con 1 068 especies, la mayor reserva de aves registradas del país. Alberga igualmente 70 especies de mamíferos, unos 16 mil tipos de plantas y la mayor reserva forestal con árboles ancestrales con propiedades únicas en el mundo, cuyo número exacto aún se desconoce.
Protección de especies amenazadas
El anhelo del proyecto es seguir conectando bosques para favorecer el tránsito de las especies en estos territorios que atraen cada vez más personas.
Se han sumado integrantes de la asociación de aviturismo en la reserva de biósfea Sumaco del cantón Loreto.
Su incentivo es conservacionista y económico por la cantidad de turistas que reciben. Están empeñados en proteger el hábitat de especies globalmente amenazadas como el águila arpía, una de las más poderosas de la selva amazónica. Son depredadores naturales que ayudan a mantener el equilibrio de los ecosistemas.
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Estas reservas de Andes-Napo, buscan que otras comunidades a este proyecto de volver a unir los bosques reforestando para facilitar la movilidad de las especies.
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