06 sep 2024 , 18:04

El bosque de Tangán combina tres ecosistemas dominados por imponentes columnas volcánicas de 150 metros

Este espacio es hogar de especies en peligro de extinción como la palma de seda y fuente de agua esencial para cuatro comunidades.

   

Al amanecer, los destellos del sol rasgan la niebla perfilando el bosque de Tangán. Sus páramos y montañas aparecen como capas en lo más profundo del cantón Sigchos, en Cotopaxi. Una cadena de columnas volcánicas, que se eleva hasta 150 metros, domina el paisaje.

Estas estructuras se alinean en perfecta simetría en un área subtropical donde el termómetro marca 20 grados. El camino es desafiante y un bosque de arrayanes lo antecede.

La zona, poco explorada, requiere abrirse paso entre la espesa vegetación que incluye palmas de seda. Cada anillo en sus troncos, de 15 metros, representa un año de vida, tienen unos 200.

El canto del “matorralero” de pecho amarillo resuena entre ramas de árboles de Pumamaqui. Y cerca, una “lanisoma andina” revolotea. Son parte de los 50 tipos de aves que alberga.

El bambú y el palmito rodean al colosal muro donde parches de musgo emergen entre sus paredes.

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“Esta es una construcción en base a una erupción volcánica que hace miles de años existió un gran volcán acá y que este volcán erupcionó y parte de eso quedó la lava y se dio un enfriamiento brusco, es por eso la coloración”.

Bajo sus sombras, el murmullo constante del agua delata una cascada de 60 metros, al cruzarla el ecosistema se transforma: la temperatura sube 10 grados y marca la entrada a un valle tropical con árboles de sangre de drago. Los más jóvenes tienen medio siglo. Su látex medicinal aún es blanco.

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El farol japonés, en tonos naranja y amarillo, y el rojo intenso de las bromelias ganan protagonismo. Estas flores, entre 30 variedades, sirven de hábitat para mariposas y abejas mineradoras que forman panales en la tierra.

En sus 356 hectáreas hay 17 especies de mamíferos como ardillas, guantas y armadillos.

El ingreso solo es posible desde la comunidad Cerro Azul, a 25 kilómetros del centro poblado. Aquí hace 5 grados. Entre puñados de pinos y cipreses se distingue el cerro de Topanliví y la cascada Cunguiza.

Una alfombra de pajonales da origen a un cañón de 1 000 metros donde las cascadas convergen en cinco ríos que proveen agua a 2 000 personas de cuatro comunidades.

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“Iniciamos con el que le alimenta al río Toachi, iniciamos con Jatuncama, de ahí viene huanto el otro río, de ahí viene el otro es Pagsillín o San Antonio, de ahí viene el río el Aguán”.

Cuatro vigilantes controlan y previenen la caza de animales, la tala de árboles y la destrucción de las formaciones rocosas.

Al ser una zona remota, Tangán recibe aproximadamente 50 visitantes al mes, la mayoría son escaladores que llegan para conquistar sus columnas.

Al atardecer, el sol tiñe de un naranja intenso el bosque de Tangán mientras las nubes vuelven a cubrir sus montañas.

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