En Ecuador, la ganadería regenerativa va ganando espacio de a poco. Pero ¿cuáles son las desventajas de la ganadería tradicional? En este reportaje te lo explicamos.
En este episodio de Ecuaterra viajamos hasta la provincia de Imbabura. En Cotacachi hay una hacienda regenerativa que aporta en la lucha contra el cambio climático. Descartaron los químicos de su rutina para evitar la contaminación del suelo, fabrican su propio abono y ordenaron el pastoreo para permitirle a la tierra recuperarse. ¿El resultado? Te lo mostramos en el video (arriba).
En la siguiente presentación, puedes ver algunos pilares de esta alternativa a favor del medio ambiente.
¿Por qué es necesario dejar la ganadería tradicional?
Las Naciones Unidas exponen una serie de cifras que buscan impulsar el desarrollo de técnicas amigables con el ambiente, alternativas al manejo común de las haciendas y fincas. La comparación sirve para dimensionar el problema:
El sector ganadero contamina más que el sector transportista. Emite alrededor del 18 % más de gases de efecto invernadero, según la ONU.
Por sí sola, la ganadería ocupa el 30 % de la superficie terrestre del mundo y llega al 33 % de la superficie cultivable. Sin embargo, la expansión acelerada pasa la factura al planeta y dificulta la batalla contra el cambio climático. La ganadería emite el 9 % del CO2 procedente de actividades humanas, pero el valor de gases de efecto invernadero es aun mayor.
Otra consecuencia negativa de esta actividad es la tala indiscriminada de bosques. Algunos lo hacen para crear pastos, pero agravan el problema de deforestación. Esto ocurre en mayor medida en Latinoamérica, donde el 70 % de los bosques que han desaparecido en el Amazonas se han convertido en pastizales.
Colombia como ejemplo de ganadería regenerativa
En el vecino país, más de 170 fincas cuentan con estas estrategias. Las regiones Caribe y Andina son los principales escenarios de estas prácticas que respetan los procesos naturales y sacan provecho de la actividad ganadera para reducir la contaminación. La educación ambiental es fundamental para cambiar la actividad en los campos.
Entre sus pilares constan: preservar la estructura ecológica principal de la finca, proteger humedales y rondas hídricas que permitan la cosecha. La meta principal es alcanzar el equilibrio entre el rol ganadero y la naturaleza, generando rentabilidad, más recursos naturales y biodiversidad.
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