El bosque protector Yawa Jee, en Pastaza, se consagra como un símbolo de conservación ante la expansión de la frontera agrícola
En 282 hectáreas, el bosque alberga 500 especies de plantas, 188 tipos de aves y 48 especies de mamíferos.
Cuando el sol comienza a asomarse, el bosque protector Yawa Jee despierta y revela una llanura amazónica plena, de árboles centenarios que se elevan entre la neblina. Aquí es Puerto Santana, en el cantón Mera, en Pastaza.
Sus 282 hectáreas están custodiadas por los ríos Pastaza y Chinimbi. Las lluvias frecuentes y la humedad favorecen este ecosistema siempre verde que alberga unas 500 especies de plantas.
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En noviembre, los árboles de pigue florecen convirtiéndose en la parada ideal de aves como el colibrí y el tirano tropical o pecho amarillo. Cedros, guarumos y guayacanes sobresalen, aunque los ilaruyas, con solo 12 ejemplares en la selva, son los árboles emblema.
Sus ramas llegan a medir hasta 50 metros y su robusto tronco tiene hasta 10 metros de ancho. En sus raíces crecen bromelias y musgo.
La fauna da vida al bosque protector
188 tipos de aves se refugian en la arbolada, incluidas las loras frenteazul y las oropéndolas, hábiles tejedoras de nidos en las ramas más altas de los cedros.
Su melodía se entrelaza con la serenidad de los atardeceres en Yawa Jee, cuyo nombre en shuar, Chicham, se traduce como "la casa de los niños y animales".
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"Las flores que produce el árbol llaman a los monos de bolsillo, vienen a recorrer el árbol, incluso es descanso de aves, que vienen volando desde lejos, águilas, pavas, a comer el producto", cuenta Esteban Freire, presidente del bosque protector.
También lo habitan los escurridizos monos chichicos, que se alimentan de frutas, semillas e insectos, y comparten su comida con otra manada de monos ardilla.
Yawa Jee ha sido explorado solo en un 70 %. Está trazado un sendero serpenteante de 5 kilómetros que atraviesa el bosque; hogar de venados, tigrillos y cuchuchos, entre 48 especies de mamíferos.
20 familias son las guardianas del bosque
Cuatro riachuelos cruzan la selva, tributarios del imponente río Pastaza. Estas corrientes con su suave murmullo sostienen este ecosistema que está a 800 metros sobre el nivel del mar.
Esta altitud le permite tener 56 tipos de anfibios, entre ellos la diminuta rana arbórea philomedusa bicolor, que tiene de ocho a 11 centímetros.
La boa arcoíris, una de las 31 especies de reptiles, deslumbra con su piel iridiscente. Puede medir más de dos metros y vivir al menos 25 años.
Desde 1997, Yawa Jee fue declarada área de bosque y vegetación protectores. 20 familias de las nacionalidades kichwa, shuar, achuar, sapara y waorani son sus guardianes, habiendo cedido sus tierras para su conservación.
“Cada año sembramos 5 000 plantas de especies que traemos a través de intercambios comunitarios”, contó uno de los habitantes.
Cinco guardabosques locales, seleccionados por cada comunidad y capacitados en manejo y detección de amenazas, lo recorren.
La preservación incluye a 100 tipos de insectos, entre ellos, los abejorros que se alimentan del néctar de los anturios, así como abejas y avispas que construyen sus colmenas, resguardadas por troncos y hojas de malanga.
Este bosque se erige como un invaluable tesoro natural.
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