04 abr 2025 , 14:50

El Bosque de El Chaco es el reino del oso de anteojos entre los Andes y la Amazonía

En las 10 mil hectáreas del Bosque de El Chaco, dentro del Parque Nacional Cayambe Coca, conviven especies únicas de los ecosistemas andino y amazónico. El oso de anteojos, emblema de esta zona, protagoniza uno de los recorridos más fascinantes de la región.

   

En el límite entre la cordillera andina y la selva amazónica ecuatoriana, el Bosque de El Chaco se extiende como un ecosistema de transición lleno de contrastes.

A ratos se muestra como ladera cubierta de niebla, a ratos como un pajonal dorado que se agita con el viento. En sus colinas, dentro de la parroquia Oyacachi, en Napo, se despliega un paisaje biodiverso donde el oso de anteojos se mueve con sigilo.

Lea también: El bosque Mindo Nambillo es un santuario de biodiversidad y misticismo

Durante la temporada lluviosa, de marzo a agosto, los avistamientos de esta especie se vuelven más frecuentes. Adultos solitarios o hembras con crías recorren el bosque, impulsando un turismo ecológico que se ha organizado en torno a un sendero de 45 kilómetros: el Camino del Oso.

El recorrido comienza a pie al amanecer, por trochas abiertas hace más de 500 años. El ascenso por un suelo de tierra negra lleva hasta el cerro Yamufilo, donde brotan unas 250 especies de orquídeas y flores silvestres. Aretes de bruja, zapatitos, girasoles andinos y dormilonas tiñen el camino de colores intensos.

Lea más: El bosque de la comuna Dos Mangas, en Santa Elena, es hogar de 21 especies de mamíferos y 84 especies de aves

En este bosque crecen al menos 300 especies de plantas, como alisos, cauchillos y pumamakis. También es hogar de una notable avifauna: en apenas un kilómetro cuadrado se han registrado hasta 110 especies de aves. Entre ellas, la pava de monte, el tucán de montaña y las tórtolas andinas sobrevuelan los árboles de pita y aguacatillo.

Pero el principal atractivo sigue siendo el oso de anteojos. En la zona de Cunukyacu, al noroeste del bosque, es posible ver hembras con crías descansando entre carrizos o alimentándose de achupallas, su planta favorita. Se estima que al menos 40 ejemplares habitan este territorio.

Le puede interesar: Plásticos en los océanos, ¿una solución revolucionaria?

“El oso es territorial, camina largas distancias y dispersa semillas en sus heces y pelaje. Es un regulador del ecosistema”, explica Héctor Pareón, guía especializado en osos andinos. Su función como dispersor de semillas contribuye a mantener el equilibrio vegetal del bosque.

La ruta también incluye un tramo vehicular hacia el norte, donde los animales pueden cruzarse en cualquier momento. Entre la neblina aparecen venados de cola blanca y otros mamíferos atraídos por los pajonales y las hierbas de Tama Tama.

El punto más alto del recorrido alcanza los 4 500 metros sobre el nivel del mar. A esa altitud, las temperaturas bajan hasta los 4 grados y los vientos soplan a 60 km/h. La vegetación se adapta a las condiciones extremas con especies como el romerillo, la rumichaqui y las achupallas, que forman colchones vegetales que retienen agua y alimentan lagunas como la icónica Patococha, hogar de patos andinos y gaviotas de altura.

Lea además: Pastaza: el bosque Sumak Kawsay In Situ es un santuario natural donde el agua es protagonista

En las llanuras de Verdeyacu, un joven oso puede asomarse entre los pajonales, mientras el sendero desciende entre lagunas encantadas, como Guaytaloma y Los Mogotes, cuyos colores reflejan la vida microscópica del agua. Helechos en forma de cuernos, plantas medicinales como las orejas de conejo y hongos kallampa completan el paisaje.

La comunidad kichwa de Oyacachi, con 750 habitantes, se ha aliado con el Ministerio del Ambiente para custodiar esta ruta y fomentar el turismo sostenible. “Los osos no son peligrosos. Cuando ven a las personas, se alejan. Se pueden observar hasta a 30 metros”, señala Freddy Gilson, guía local que reconoce a machos y hembras desde la distancia.

En los días despejados, el recorrido ofrece una última postal: la cumbre nevada del Cayambe y la imponente silueta del Antisana, que con sus 5 758 metros domina el horizonte.

Noticias
Recomendadas