El Bosque Baquerizo Moreno es hogar de 68 especies de aves y ahí florecen 500 especies de plantas
Declarado área de protección hídrica, en 2019, este espacio vital, ubicado en Tungurahua, abastece de agua a más de 60 mil personas, mientras 13 guardianes locales vigilan y protegen sus valiosos recursos hídricos.
Entre las dos montañas que abrazan el bosque Baquerizo Moreno, la naturaleza despierta con un espectáculo de luz: un arcoíris se desliza sobre las laderas hasta perderse en las copas de los árboles.
Desde la comunidad Quinuales, a 10 kilómetros del cantón Píllaro, en Tungurahua, un estrecho sendero se abre paso entre helechos y arbustos. Los imponentes árboles colca extienden sus ramas, creando un techo que resguarda a 68 especies de aves. Entre musgos y lianas las “pavas de monte” se escabullen.
Con su clima cálido, de 23 grados, aquí florecen más de 500 variedades de plantas. El mortiño decora las ramas con frutos oscuros. Pero hay mortiños en tonos rosados, moras silvestres, bromelias, hualicones y achupallas, que atraen a unos 40 osos andinos. Según las cámaras trampa también hay pumas.
“Se ha identificado 15 especies de mamíferos aquí en la zona, los más representativos son los osos, el puma, el tigrillo, el zorrillo, el tapir”.
Este ecosistema, clasificado como “montano alto”, alberga 35 especies de orquídeas, entre ellas la “telipogón”, que adorna los troncos de Pumamaqui. Las flores amarillas de las “damas danzantes”, aportan un vibrante toque de color.
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A 3 254 metros sobre el nivel del mar, el bosque se transforma en un área húmeda. El primer indicio son estas hojas de las plantas de nalca, que crean un cerco tras el cual se revelan tres cascadas.
“La toma” es la primera. Se precipita desde 20 metros. Cerca un tucán andino aterriza sobre una rama alta.
A medio kilómetro, el sonido del agua vuelve a intensificarse. Es la cascada “el pugse”, cuya agua se desploma desde una pared rocosa de 30 metros.
El sendero se afila al borde de la montaña, y es necesario descender 200 metros por un terreno abrupto hasta encontrarse con el río Pucahuaycu que atraviesa un profundo acantilado.
Ahí está la Cascada “cañón bravo”, con una caída de 60 metros.
En la zona más inaccesible de las montañas, se han descubierto otras 36 fuentes hídricas, casi inexploradas. Esto convirtió, desde 2019, a las 404 hectáreas del bosque Baquerizo Moreno, en un área de protección hídrica que garantiza el agua a más de 60 mil habitantes de Tungurahua.
“De aquí sale para el agua para las hermanas parroquias que son san miguelito, Emilio, María Terán y también los Andes”.
Cada año, unos 700 turistas visitan el bosque, cinco guías y ocho miembros de la junta parroquial de Baquerizo Moreno vigilan sus accesos, organizan mingas para fomentar su preservación.
Alrededor de las 17h00, la neblina y una suave llovizna envuelven la cima de las montañas. A pesar de la bruma, las cascadas permanecen visibles entre las laderas como hilos plateados que recorren este bosque, un verdadero santuario natural del Ecuador.
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