El bosque protector Guamag, en Tungurahua, tiene más de 100 años sin la intervención del hombre
Sus 207 hectáreas están en la zona de amortiguamiento de los parques nacionales Sangay y Llanganates. Esto le confiere una característica única: un relieve tan empinado que los árboles crecen en ángulos inusuales que parecen estar a punto de caer.
Al pie de un profundo cañón, custodiado por dos cascadas, se erige el bosque protector Guamag, en la parroquia Ulba, del cantón baños, provincia de Tungurahua. El ingreso solo es posible mediante una tarabita en el kilómetro 6 de la vía Baños-Puyo.
Sus 207 hectáreas están en la zona de amortiguamiento de los parques nacionales Sangay y Llanganates. Y esto le confiere una característica única: un relieve tan empinado que los árboles crecen en ángulos inusuales que parecen estar a punto de caer.
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En sus faldas crecen abundantes pastizales entre los cuales florece la gordana, una planta forrajera con pétalos de un amarillo intenso.
Al ascender 500 metros, un riachuelo abre paso al bosque virgen, cargado de árboles como el achotillo, sangre de drago y laurel, que alcanzan 25 metros y están rodeados de musgo.
Un bosque virgen alberga
Un poco más arriba, una urraca verde trina y un colibrí descansa en un arbusto.
El sendero está marcado por las epífitas que se apoyan sobre todo en los helechos y las bromelias, e incluso la orquídea sobralia que envuelve los troncos.
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La hojarasca ha formado un suelo esponjoso que favorece la proliferación de hongos como el escobeta, que mide entre 7 y 8 centímetros, y el liquen parmotrema, una mezcla de hongo y alga, con márgenes ondulados. En tres años se han censado 87 especies vegetales.
“Nuestro bosque tiene más de 100 años de no intervención del hombre. Es un bosque primario, lo que lo hace propicio para que la fauna se mueva naturalmente”, sostuvo Marcelo Acosta, administrador del bosque protector Guamag.
Recorer Guamag es seguir un sendero zigzagueante, trazado en 2021 y declarado área protegida nacional. Entre las hojas del laurel de cera hay mariposas de cristal y luciérnagas orientales. Este ecosistema está catalogado como un bosque de neblina montano de los Andes, tiene 18 grados en promedio y se extiende de 1 532 hasta 2 280 metros.
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Al oeste convergen dos cuerpos de agua: el río Guamag, cuyo caudal llega al borde de un acantilado y se precipita en una cascada de 40 metros para unirse con el río Pastaza.
A 1 800 metros de la montaña, una barrera de bambú delimita la zona más alta de la reserva hasta donde se tiene acceso. Su sólida vegetación sirve de refugio para una familia de osos de anteojos. La bromelia achupalla es su alimento favorito.
Esta especie, en peligro de extinción en Ecuador, comparte hábitat con el zorrillo, cuchucho y venado, parte de los nueve mamíferos identificados.
“Hemos identificado la presencia de seis osos de anteojos, además en este año, hemos visto oseznos, osos bebé”, dijo Acosta.
Tres guías del Ministerio de Ambiente y un guardabosques de la fundación Ecominga, se encargan de vigilar y desarrollar un inventario de especies.
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“Estamos recolectando las lanas de los árboles que dejan los osos cuando se raspan o las fecas de los pumas y llevamos al laboratorio para hacer los estudios del ADN y así identificar qué animal es y por dónde se moviliza”, detalló Santiago Recalde, Guardabosque Fundación Ecominga
Tras cinco horas de caminata, a 2 000 metros, se devela una vista panorámica del bosque Guamag, zona de transición entre los Andes y la Amazonía, donde el viento corre a 16 kilómetros por hora.
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