Durante este tiempo, el personal de seguridad ha desviado sus esfuerzos para controlar las fiestas libadores.
Eran las 10 de la noche y el sistema del ECU-911 de Samborondón predominaban las alertas de indisciplina ciudadana. En el Sur y Suburbio de Guayaquil parecía un sábado normal: reuniones en las calles, personas libando y aglomeradas durante este último fin de semana de toque de queda.
Desde el ECU-911, los operadores han identificado una nueva indisciplina ciudadana. En el Suburbio, 11 personas jugando cartas y bebiendo alcohol, sin distanciamiento, ni mascarillas en plena pandemia y toque de queda.
En las calles a la medianoche, decenas de policías realizan patrullajes. Tras la llegada de los uniformados, los ciudadanos ingresan a sus casas, pero una vez que se han ido, vuelven a salir, incluso los adultos mayores.
En otro lugar la situación es más estrica, aquí 15 personas fueron sorprendidas libando dentro de un local a la 1 de la madrugada, en el sector de Bastión Popular.
Según el presidente del COE Nacional, desde que empezó la pandemia, la indisciplina le ha costado al ECU-911 $2.200.000 mil en la asignación de equipos tecnológicos y humanos para evitar contagios masivos.
Agrega que con este dinero se podría haber construído 11 unidades educativas rurales con la capacidad para 1.650 alumnos.
Guayas, Pichincha y Manabí son las provincias con mayor alerta de fiestas y aglomeraciones duante las madrugadas de los fines de semana.
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