Guayaquil: el inicio y el fin de 31 años de administración socialcristiana
La primera Alcaldía socialcristiana inició en 1992 con León Febres-Cordero.
Previo a la llegada del modelo socialcristiano que administró Guayaquil durante 31 años de la mano de tres alcaldes, el retorno a la democracia en Ecuador que había ocurrido luego de la instauración de juntas militares en el poder durante los años setenta, ocasionaría en 1984 la llegada a la Alcaldía de la ciudad de un joven abogado apenas aparecido en la escena pública, tras haber sido parte del primer Gobierno elegido mediante las urnas en las elecciones presidenciales de 1978.
Abdalá Bucaram Ortiz, quien había ocupado el puesto de Intendente durante la corta presidencia de Jaime Roldós Aguilera, su cuñado, tendría para entonces una marcada popularidad por sus posturas socialistas de centroizquierda. Además, el naciente político había construido de la nada su propio partido, el PRE, que estaba amparado en el uso del nombre y la imagen de Roldós.
La Alcaldía de Bucaram duró muy poco, en septiembre de 1985 tuvo que abandonar el país y exiliarse en Panamá para evitar ser juzgado por las acusaciones del entonces presidente de la República, León Febres-Cordero, que lo señaló por injurias y atentado a la seguridad nacional. Además, sobre él pesaba una orden de prisión por un supuesto caso de corrupción en el municipio que administraba. Estos hechos ocasionaron su reemplazo, lo que no afectó la popularidad que había ganado en las masas y clases sociales más necesitadas.
Sin embargo, la ciudad entraba en una marcada decadencia a la espera de nuevas elecciones.
Para 1988, el apellido Bucaram ya era parte de la esfera pública y política, lo que facilitó que Elsa, la hermana menor del alcalde exiliado, gane en las urnas y se convierta en la primera mujer en ocupar ese puesto en la historia de la ciudad. Además, fue la tercera de su familia en ocupar el sillón de Olmedo, ya que el tío de ambos, Assad Bucaram, fue alcalde en los años 70.
Para entonces, el sello de los Bucaram Ortiz, y del Partido Roldosista Ecuatoriano (PRE) se marcaba muy fuerte en la memoria de los habitantes que se sentían abandonados por las autoridades.
El inicio de los años 90 llegaba para Guayaquil como uno de los peores que se pueden recordar, carencia de servicios básicos, desorden, corrupción y otros problemas, sumían a la ciudad en una grave crisis social y política, ya que su alcaldesa, igual como había ocurrido en la administración anterior, no finalizó el período al presentar la renuncia irrevocable de su cargo en mayo de 1991, tras varios incidentes que marcaron su mala gestión por el cabildo.
Para 1992 la ciudad tocaba fondo, sindicatos de trabajadores en el municipio, basura en la calles, asfalto destruido, corrupción desbordada y abandono, eran el escenario para la llegada del nuevo alcalde para la elecciones seccionales que se iban a realizar en mayo.
Ese año, León Febres-Cordero, el cuestionado expresidente que de 1984 a 1988 gobernó Ecuador, alcanzó la Alcaldía tras asumir el reto de su partido, el socialcristiano, por levantar a Guayaquil del caos que los medios de comunicación retrataban a diario.
León Febres-Cordero: el inicio del socialcristianismo en Guayaquil
Con la llegada de Léon Febres-Cordero, el Partido Social Cristiano (PSC) ganaría consecutivamente las seis siguientes elecciones por la Alcaldía de Guayaquil. Febres-Cordero fue el que trazó la línea de los muchos cambios que se iban a ejecutar. El primero, poner en orden la municipalidad donde había un excesivo número de empleados y donde la estructura e interiores del mismísimo edificio, ubicado frente al malecón de la ciudad, se derrumbaba. Cerró las puertas para reestructurar departamentos y otras áreas donde denunció que existían mafias.
El reciente alcalde en ese entonces mencionó en varias entrevistas, que tomó la decisión de aceptar la candidatura en su partido ante "la gravísima crisis de la ciudad", y se puso la meta de rescatarla del caos y de lo que calificó como "podredumbre administrativa, sanitaria y moral" en la que se había sumido Guayaquil. Esto le iba a tomar dos periodos, desde 1992 hasta el año 2000, permaneciendo ocho años como el principal personero del cantón.
Los males más notorios y que empezaron a combatirse se centraban en la desagradable cantidad de basura que rodeaba muchas de las calles y avenidas. Sin alcantarillado, sin agua potable, sin mayor obra pública, en varios sectores las condiciones de vida eran sumamente precarias y hasta inhumanas. En la actualidad, por la vorágine en la que crece Guayaquil, son males que se mantienen y que no se alcanzan a cubrir con el paso de los años.
El primer período de Febres-Cordero fue de intenso ordenamiento casa adentro, los sindicatos vendían los puestos para los trabajadores y la nómina salarial le generaba al gasto corriente un alto costo que imposibilitaba que el presupuesto alcance para gestionar las obras urgentes. Pocas semanas después de ser electo alcalde, el municipio promovió la campaña cívica; "Ahora o nunca: Guayaquil vive por ti" que intentaba rescatar entre otras cosas el amor por la ciudad y a través del Ministerio de Educación se incluyó como mandato la difusión del proyecto en todos los establecimientos educativos del cantón.
Posteriormente vinieron las primeras obras, entre las que se destacan la transformación del ornato de varias calles y mejoras en el caótico tránsito, en los que se incluyó pasos elevados para mejorar la circulación vehicular. Se hicieron nuevos mercados, pero se reordenaron y modernizaron otros. Además, se empezaron a regenerar varios sectores que históricamente se mostraban desordenados, inseguros e insalubres. En lo administrativo, se buscó modernizar el servicio que daba la institución para recaudar impuestos que en el futuro permitirían la ejecución de más obras.
Segundo período de León Febres-Cordero, el fin de su gestión
Para 1996, se presentó a la reelección y ganó ampliamente con más del 80% de los votos, lo que le garantizó dar pasos significativos para la planificación y concreción de grandes propuestas, como el actual Malecón Simón Bolívar, que se ejecutaron a través de alianzas público-privadas, una novedosa práctica que luego se convertiría en la forma de administrar los recursos en ese municipio de parte de su sucesor, Jaime Nebot, que tomaría la posta.
Terminado el período de Febres-Cordero, representando al mismo partido, llegó Jaime Nebot, un abogado de larga trayectoria política, destacándose entre otros cargos el de diputado en el Congreso Nacional por dos ocasiones, 1990 y 1998, así como gobernador del Guayas en la presidencia de Febres-Cordero, a quien muchos catalogaron su padre en la política. Sin embargo el paso de los años los distanciaría, de acuerdo a comentarios de su círculo cercano. Pero también eran parte del currículum Nebot Saadi, dos intentos fallidos por llegar a la presidencia del país, uno en 1992 y otro en 1996.
Jaime Nebot: la continuidad y la transformación de Guayaquil
Nebot se convirtió en el artífice de la transformación de Guayaquil y cosechó el orden y modelo de gestión que ya para entonces gozaba la Alcaldía, pero con un presupuesto mucho más grande debido al saneamiento de las finanzas y menor cantidad de empleados en el municipio que los que había heredado León Febres-Cordero.
Lo primero fue dar continuidad a algunas de las obras de su antecesor, entre ellas, concluir la construcción de las siguientes etapas del Malecón 2000 que apenas llevaba la primera fase de su regeneración. Durante ese primer periodo, que duró hasta el año 2004, Nebot priorizó en un gran proyecto de regeneración urbana que tomaría al menos una década. Esto facilitó que el entonces alcalde guayaquileño sea reelecto en la nuevas elecciones seccionales con el 56% de los votos, superando con el doble a su principal seguidor, Jimmy Jairala, que alcanzó solo el 26% de votos en su intento por llegar a la Alcaldía auspiciado por el PRE, que intentaba retomar el poder en Guayaquil.
Los tres últimos mandatos de Jaime Nebot
Lo estético se destacaría durante éste y los siguientes periodos que empezaron en 2009 y posteriormente en 2014, ya que Jaime Nebot administró Guayaquil durante 19 años, ganando consecutivamente cuatro elecciones a la Alcaldía. Se construyeron nuevas obras como malecones alrededor del río Guayas y el Estero Salado, y se destaca en lo social, planes habitacionales para familias de escasos recursos, sistemas de transporte como la Metrovía y luego la Aerovía, así como varios programas educativos, de salud, alimentación y seguridad.
Entre las obras icónicas de la época de Nebot, están la remodelación del cerro Santa Ana y el barrio Las Peñas que, previo a la intervención municipal, eran lugares peligrosos, y hoy son atractivos turísticos.
Otros cambios se lograron con la creación de fundaciones de modelo privado para descentralizar la contratación pública que han sido duramente cuestionadas, pero con las que se ejecutaron transformaciones como las del Terminal Terrestre y construcción de la nueva terminal aérea que pasó a llamarse Aeropuerto Internacional José Joaquín Olmedo, tras la transformación del antiguo Aeropuerto Simón Bolívar en el Centro de Convenciones del mismo nombre.
Barrios icónicos de Guayaquil también atravesaron grandes cambios que pasaron por el adoquinamiento, como el Centenario y Urdesa. La avenida 9 de Octubre se transformó en Boulevar y se convirtió en un icono de los guayaquileños. Aquí y en otras calles, el soterramiento de cables eléctricos y telefónicos, el mejoramiento del alcantarillado y las veredas fueron claves para su embellecimiento.
También, otros espacios públicos hoy lucen transformados, entre ellos, Puerto Santa Ana, junto al río Guayas, es uno de los sectores con mayor crecimiento inmobiliario y comercial. Más adelante y con la sobre población descontrolada de la ciudad, se construyó un nuevo terminal terrestre que se ubicó en la parroquia Pascuales, en el norte de la urbe, y se inauguraron dos grandes puentes para conectar a Guayaquil con Samborondón y Daule, lo que ayudó significativamente en el tránsito de estos tres cantones.
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La llegada de Cynthia Viteri y el final de la hegemonía socialcristiana
Cuando Nebot terminó su período, anticipando que no participaría por esa dignidad, el Partido Social Cristiano postuló para sucesora en el puesto a Cynthia Viteri, también exdiputada y excandidata a la Presidencia de la República.
Ganó las elecciones previo a una disputa interna en el partido que debía escoger entre la vicealcaldesa saliente, Doménica Tabacchi, y ella. Viteri obtuvo más del 50% de los votos válidos en el proceso electoral que registró el mayor número de candidatos para esa dignidad en las últimas cinco décadas.
Basó su campaña en profundizar la obra social que caracterizaba a Guayaquil desde los inicios del socialcristianismo que ya por estos días opositores y medios de comunicación los señalan como administraciones con claroscuros.
Los responsabilizan de grandes obras, pero han sido cuestionados y hasta investigados en varios procesos y contratos durante sus años en el cabildo. Para los guayaquileños no se han acabado los verdaderos problemas que aún sufre la ciudad.
El Plan de Gobierno de Viteri, así como lo hizo Nebot, se enfocó en concluir algunas obras y fases de proyectos iniciados por quien dejaba el poder. Planteó retomar el plan de seguridad que se ejecutó en las primeras administraciones del alcalde saliente, pero también incluyó entre las más importantes de sus propuestas, centros de desintoxicación y rehabilitación de drogas, uno de los problemas sociales y de salud más graves que enfrenta la urbe porteña, y ubicó clínicas móviles en sectores populares de la ciudad.
A esto le sumó planes que buscaban fomentar el emprendimiento ordenado para comerciantes informales, mejoras en el tránsito, infraestructura comunitaria, bienestar animal, entre otros temas.
Cynthia Viteri y la pandemia por COVID-19
En marzo de 2020, las autoridades ecuatorianas de salud oficializaron la llegada del virus del covid-19 al país, anunciando que específicamente el caso cero había ingresado a Guayaquil por el aeropuerto. Se trataba de una pasajera ecuatoriana que había arribado en el mes de febrero en un vuelo que venía de España y que lamentablemente murió el 13 de marzo antes de cumplir un mes de su visita a familiares en Babahoyo, Los Ríos. A partir de ahí una grave crisis sanitaria golpearía todo Guayaquil y las muertes se aumentaban exponencialmente en medio del encierro al que fuimos confinados todos para evitar el aumento de contagios.
Entre marzo y abril del 2020, Guayaquil se convirtió en el epicentro de la pandemia, lo que se fue traduciendo en duros cuestionamientos a la alcaldesa, también contagiada del virus, y sus funcionarios, que fueron acusados de no manejar la tragedia adecuadamente. Esto ocurría entre los señalamientos que la principal autoridad del cantón le hacía al Gobierno de turno, que tampoco daba luces de cómo combatir los efectos de esta mortal enfermedad.
Con el paso de los meses, la Municipalidad habilitó hospitales propios en el intento de atender las necesidades de los infectados con coronavirus. Los planes de contingencia y habilitación de espacios de atención prioritaria para quienes contraen el virus, no alcanzaron y la imagen de un Guayaquil con muertos en las veredas y cadáveres en fosas comunes por la negligencia del sistema de salud pública, dieron la vuelta al mundo.
Uno de los hechos más recordados de su administración, que incluso generaron una investigación de parte de la Fiscalía, ocurrió el 18 de marzo de 2020 y fue una escena que también se viralizó en las redes sociales dentro y fuera del país. Camionetas blancas bloquearon la pista de aterrizaje del aeropuerto José Joaquín de Olmedo de Guayaquil. La imagen retrató el impedimento de aterrizaje de un avión europeo.
Esa misma tarde, Cynthia Viteri, asumió la responsabilidad del hecho y dijo: "soy la responsable de haber impedido que el vuelo de Iberia aterrice con 11 tripulantes llegados de Madrid, sí, soy la responsable".
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El 2020 no debía ser un año que para Guayaquil signifique uno más, las celebraciones por el bicentenario de la Independencia estaban pensados con mucha antelación, pero debieron limitarse a las restricciones de aforo y distanciamiento social por la pandemia.
Durante el acto oficial para conmemorar esta fecha, Viteri declaró que parte de la inversión realizada por el Municipio de Guayaquil en atender la crisis sanitaria tuvo que ser sacada de los fondos que habían sido previamente destinados para el Comité Bicentenario.
De ahí en adelante muchos de sus ofrecimientos de campaña quedaron inconclusos y llegado el 2023 oficializó su candidatura para la reelección a la Alcaldía, de tal forma que en el nuevo periodo pueda concluir con sus obras pendientes que iban desde seis pasos a desnivel, la operación de la troncal 4 de la Metrovía, una terminal terrestre en la Vía Perimetral, entre otras obras significativas para la ciudad.
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Pero no alcanzó a cumplir con su propuestas, tras perder la contienda contra el candidato del correísmo, Aquiles Álvarez, quien se llevó la elección con menos del 40% de los votos, concluyendo aquí tres décadas de hegemonía socialcristiana en Guayaquil.
Hoy, Cynthia Viteri Jiménez finaliza su periodo de cuatro años, anunciando que deja 70 obras en ejecución y 50 en estudio, para que el nuevo alcalde continúe con varios de los proyectos que incluso empezaron en la época de Nebot. Viteri, además, mencionó que se aparta de la política partidista y que sus planes a futuro no estarían relacionados a nuevas candidaturas.
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