17 jul 2015 , 09:57

Sobre las faldas del Cotopaxi analizan su actividad

   

Técnicos del Geofísico realizaron este viernes un estudio electrónico al volcán.

Por: Julissa Suárez

 

Ecuavisa.com

 

Técnicos del Instituto Geofísico de la Politécnica Nacional realizaron este viernes un estudio electrónico al volcán Cotopaxi, para conocer con precisión el inusual incremento de su actividad interna. 

 

Este análisis se hizo después de aproximadamente dos años, para obtener información actualizada ante una eventual erupción. 

 

Paúl Romero realizó una expedición junto a los investigadores.

 

A 45 kilómetros al sureste de Quito se encuentra el volcán Cotopaxi, ubicado en la cordillera central de los Andes, con 5.897 metros de altura y uno de los más activos del mundo.

 

Ingresamos al interior del parque del mismo nombre, una de las principales reservas ecológicas del país.

 

Aquí se encuentran instalados 14 sismógrafos, a través de ellos el Geofísico realiza el control y monitoreo del volcán. 

 

Acompañamos a la jefa de vulcanología del instituto, Patricia Mothes, a realizar un estudio de precisión electrónica, ante el incremento de la actividad interna del coloso.

 

¿Qué información obtienen los técnicos con la implementación de esta tecnología? 

 

“Estamos con un instrumento que manda un rayo láser. Este rayo láser ya está captado por la cara de unos prismas que hemos puesto hace algunos años atrás. Esa es una de las maneras que podemos detectar este incremento”, detalló Mothes

 

De comprobarse la deformación de las paredes del volcán representaría una inminente erupción, y los lahares descenderían por estos cañones naturales hacia ríos y quebradas. 

 

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“El volcán en este momento tiene una sismisidad moderada. Hace dos días tuvo un alto nivel de salida de gases y actualmente no hay un hinchamiento, no hay deformación apreciable”, confirmó la vulcanóloga Mothes. 

 

Los guardaparques del lugar, como Iván Valverde, aseguran que han visto salir columnas de vapor desde el cráter, percibieron un fuerte olor a azufre en la zona, entre otras evidencias.

 

“Es el aumento de deshielos en el glaciar que ha incrementado notablemente”, explicó Valverde. 

 

Decidimos subir al glaciar. El camino es empinado entre cascajo, arena y rocas, evidencia de su último periodo de gran erupción, ocurrido de junio de 1877 hasta 1880. 

 

Al hielo del coloso lo encontramos a más de 4.800 metros de altura. Aquí pudimos dimensionar la belleza del volcán y paradójicamente el peligro que representa una eventual erupción. 

 

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Las actividades del turismo en el lugar continúan mientras se mantenga la alerta blanca. 

 

Carlos Velasteguí es ambateño y este viernes escaló la montaña. 

 

“Hay disfrutar estos momentos y poder aprovecharlos de la mejor forma. La naturaleza en nuestro país es tan diversa”, expresó Velasteguí. 

 

El Instituto Geofísico controla y monitorea el volcán además de los sismógrafos con siete GPS, cinco inclinómetros, y varios detectores de gases. 

 

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