21 feb 2025 , 06:00

Los fenómenos climáticos extremos incrementan la inseguridad alimentaria en Ecuador, según la FAO

Inundaciones, sequías y deslizamientos inciden en que 6,6 millones de ecuatorianos no tengan acceso permanente físico o económico a alimentos.

   

Los fenómenos climáticos extremos son la principal causa del incremento de la inseguridad alimentaria en Ecuador, según la Oficina de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Inundaciones, sequías y deslizamientos en tierra han afectado el acceso permanente a alimentos de 6,6 millones de ecuatorianos, impidiendo que puedan llevar una vida activa y saludable.

Esta realidad forma parte de una tendencia global evidenciada en el Informe Mundial sobre la Crisis Alimentaria, elaborado por la FAO, que señala a los eventos climáticos como un factor determinante en la inseguridad alimentaria de la región.

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La seguridad alimentaria se define como la disponibilidad y el acceso constante a alimentos suficientes y nutritivos para todas las personas.

En Ecuador, los sistemas agrícolas son la base de esta seguridad, pero han sido gravemente afectados por fenómenos climáticos extremos. Las inundaciones, sequías y deslizamientos han reducido la producción agrícola y han encarecido los alimentos, afectando principalmente a las poblaciones más vulnerables del país.

Según la FAO, la inseguridad alimentaria en Ecuador se ha duplicado en los últimos años, alcanzando al 36,9 % de la población, lo que equivale a 6,6 millones de personas. En comparación, Chile tiene una tasa del 17,6 %, mientras que en Perú el porcentaje asciende al 51,7 %. Esta situación refleja cómo los efectos del clima están exacerbando las dificultades económicas y sociales, incrementando la brecha de acceso a alimentos básicos.

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Para mitigar estos impactos, la FAO recomienda implementar sistemas de alerta temprana, promover una producción agrícola sostenible y resistente, y establecer seguros agrícolas generalizados. Además, sugiere que estas estrategias sean complementadas con inversiones en infraestructura y planes de contingencia. Con estas medidas, se podrían minimizar los efectos de los eventos climáticos extremos en la cadena alimentaria, cada vez más vulnerable a un clima cambiante y fuera de los patrones históricos.

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