05 sep 2024 , 15:41

El sector ganadero sufre las consecuencias de la sequía

En Cotopaxi, las vacas deambulan entre la tierra seca en busca de comida en Latacunga, Salcedo, Pujilí y Saquisilí. La producción de leche se redujo en un 40%.

   

Los pastizales de Cotopaxi llevan la marca de la sequía: donde antes se extendían praderas verdes, ahora se despliega un manto de pastos secos y quebradizos.

La falta de lluvias durante cuatro meses no solo ha agrietado la tierra; también ha puesto en jaque a la ganadería, pilar esencial de la economía en Latacunga, Salcedo, Pujilí, y Saquisilí, donde hay unos 360 pequeños ganaderos.

En la parroquia 11 de noviembre, al occidente de Latacunga, la sequía arrasó con 180 hectáreas de alfalfa y vicia, que alimentaban al ganado de 85 familias que viven de la producción lechera.

Las vacas lucen flacas, con las costillas marcadas, y se alimentan apenas de hojas secas de maíz. Edwin Jácome, ganadero, cuenta cuantos litros de lecha daban las vacas antes:

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“Si antes daba la vaquita 8 litros, hoy estaría dando menos de cuatro porque no hay que dar de comer”.

A la falta de alimento se suma otro problema, en la comunidad Alpamalag, de Pujilí, los riachuelos están secos y no hay agua para los animales, que deben soportar un sol implacable.

En Cotopaxi, al menos 850 hectáreas de pastizales se han secado.

Azuay: pastizales en agonía

La sequía también dibuja cicatrices en la mayor zona ganadera de Azuay: la parroquia Tarqui, al sur de Cuenca.

Gran parte de las 150 000 hectáreas de pastizales lucen secas y los 1 200 ganaderos, que solían producir unos 250 000 litros de leche al día, ahora enfrentan una reducción del 40%.

Las bajas temperaturas, entre 3 y 5 grados, también están quemando el pasto, congelándolo y secando sus proteínas.

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En la comunidad Farez, ganaderos como Washington Hernández, propietario de 80 vacas, han visto cómo su producción de leche bajó de 400 a 250 litros diarios.

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“Nos estamos ayudando con silo de maíz y alfalfa y sales minerales a los animales para que no se enfermen; pero obviamente con eso se duplica el costo de producción”.

En el sector victoria del Portete, el río Tarqui, que antes alcanzaba el metro de profundidad, ahora no supera los 5 centímetros.

El pasto se ha marchitado, y los 280 ganaderos del área solo pueden alimentar a sus vacas con restos triturados de plantas de maíz. La renovación del pasto quemado toma al menos dos meses.

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