El sector hotelero prevé entre un 50% a 60% de perjuicio económico.
El día de San Valentín y el distanciamiento social eran antagónicos, hasta que llegó la pandemia. El 14 de febrero de 2020 fue el último que se vivió sin mascarillas. Ahora esta fecha convive entre medidas de bioseguridad para frenar los contagios de coronavirus. Así la crisis económica marcará una celebración con la que muchos sectores, entre ellos el hotelero, esperaba reactivar un mercado que, según el gremio, prevé pérdidas económicas entre un 50% a 60%.
Norman Bock, presidente de la Asociación de Hoteleros del Distrito Metropolitano de Quito, recuerda cómo se celebraba este día, antes de que las muestras de afecto sean consideradas un potencial peligro, “era una fecha donde se tenía movimientos de restaurantes en los hoteles, eventos y salones, conciertos especiales, pero dada las circunstancias aunque si hay oferta no hay tanta demanda”, describe. Por su parte, Mauricio Letort, presidente del directorio de Hoteles de Quito Metropolitano, expone que en esta época en años pasados, “la ocupación oscilaba entre el 70 y 80%, en hosterías y haciendas pequeñas llegaban al 100%”, destaca.
La coincidencia entre el feriado de Carnaval y el día de los enamorados, no jugó a favor, recalca Bock, como podría esperarse “en condiciones normales hubiese sido muy bueno porque mucha gente va a celebrar con la familia San Valentín, pero ahorita la ocupación no es la misma, salvo en Santa Elena, Salinas. De ahí Ambato tiene un 30% de ocupación, Guayaquil bajo de ocupación, Quito pésimo, Amazonia igual 30 y 40% de ocupación”, asegura y agrega que la situación en la capital es desalentadora “no creo que supere el 10% de ocupación en estos días, está agravado por el tema político, la gente no va a salir por temor”, anticipa. En el 2020, antes de la crisis sanitaria, según cifras del Ministerio de Turismo, Quito, tenía una tasa de ocupación tomando en cuenta solo hoteles de cinco estrellas de casi el 60% de reservas.
El panorama no pinta color de rosas, a pesar de que San Valentín es considerada una fecha de temporada alta, las tarifas han tenido que ser reducidas entre un 30 y 40% en comparación con años anteriores en la misma fecha, comenta Letort, quien explica que “en esta época que es considerada temporada alta estamos cobrando como si fuese la baja, hemos sacado promociones que antes jamás hubiéramos considerado para motivar al ecuatoriano”.
La pandemia no solo ha cambiado el modo de socialización, también las prioridades del consumidor al momento de decidir dónde hospedarse para celebrar. En las páginas webs revisadas de algunos hoteles y moteles aparece una nueva pestaña etiquetada como “protocolos”. “El consumidor ecuatoriano está muy pendiente de que los hoteles estemos cumpliendo con todos los protocolos y eso le brinda mayor seguridad”, destaca Letort.
Moteles también salpicados por el virus
Juan Carlos Macio, gerente general de la cadena de moteles Éxtasis, manifiesta que “las pérdidas económicas son a todo nivel empresarial, el sector motelero, hotelero, han sufrido un golpe económico bastante importante”, describe y estima que tendrán entre 20 y 30% menos de afluencia de lo que era normalmente la época de San Valentín. “Las restricciones de alcohol sí nos han afectado (...) en parejas piden botellita de vino, champán, cervezas. Ha mermado la facturación en ese rubro”, reconoce.
Al igual que el sector hotelero los clientes buscan la aplicación de protocolos, “el principal temor de los clientes es si se cumple con las medidas de bioseguridad hemos mostrado campañas publicitarias para darle seguridad al cliente”, detalla.
El pedido
Ambos sectores concuerdan en que la solución no está en la reactivación de los feriados, o fechas especiales, por eso Bock añade que “el problema es más de fondo, el Gobierno no ha dimensionado la crisis que vive el sector”. En la misma línea, argumenta Letort, quien explica las necesidades: “Tres acciones urgentes: créditos preferenciales, considerar al turismo como prioridad para la vacunación, necesitamos incentivos tributarios, y reducción de impuestos”. Por su parte, Macio resalta que las medidas de bioseguridad impuestas por las autoridades, deberían ser tratadas individualmente de acuerdo al tipo de negocio, “eso va a permitir que la economía fluya un poco más”.
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