Quito: panteoneros de San Diego palparon el dolor de las familias en la pandemia
Ellos trabajan de forma ininterrumpida durante este feriado por el Día de los Difuntos
La pandemia del covid-19 marcó la vida de los panteoneros del cementerio de San Diego, localizado en el Centro Histórico de Quito. Recuerdan que mayo y junio del 2020 fueron los meses más difíciles cuando los cadáveres llegaban de forma masiva.
Por momentos eran cinco o seis por día y se asustaban. Ante esa realidad, los protocolos para el tratamiento de cuerpos se ejecutaban de forma pormenorizada, cuenta el sepulturero Fausto Ruiz, de 47 años, quien labora en ese camposanto desde 1997.
Solamente podían permanecer hasta tres familiares durante los sepelios y les exigían cumplir los dos metros de distanciamiento como norma de bioseguridad. Absolutamente nadie podía aglomerarse para prevenir contagios. Estaba prohibido que los familiares toquen los féretros.
"Era una enfermedad espantosa que nos impactó. Cuando llegó el primer muerto por coronavirus nos quedamos helados del miedo, pensábamos que solo tocándolo nos íbamos a enfermar", contó Ruiz a Ecuavisa.com. En algunos entierros también lloró al escuchar los llantos y gritos de los deudos.
La muerte que más le afectó fue la de un compañero de trabajo, Marco Sánchez, quien contrajo el virus de forma repentina tras regresar de vacaciones. "Era un colega activo como nosotros, una persona sana y colaboradora. Nos golpeó mucho en lo emocional porque durante la pandemia se cuidaba mucho".
Juan Parco, de 41 años, también es panteonero. Recordó que en el apogeo del covid-19 los cuerpos eran cremados en su mayoría y ubicados en los nichos; pocos se enterraban. Como parte de los protocolos se cuidaba al máximo y siempre utilizó una mascarilla con filtros, guantes y botas. Con frecuencia se lavaba las manos y las desinfectaba con alcohol luego de los sepelios.
Como parte de los protocolos -señala Parco- los cuerpos eran fumigados apenas ingresaban al cementerio y cuando salían de la carroza fúnebre. Los obreros no podían manipular los ataúdes. Los movilizaban con cuerdas para no tocarlos.
Finalmente, los bajaban a las fosas y enterraban. Ese procedimiento duraba más de 15 minutos. Debían hacerlo a la brevedad posible para para que no se produzcan aglomeraciones.
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"De niño soñó en trabajar como panteonero"
Ruiz nació en el barrio de San Diego y desde niño vio lo que su padre trabajó como panteonero en ese camposanto durante 45 años. Eso lo inspiró para laborar en la misma actividad. "Por el Día de los Difuntos salía a vender agua o alquilar escaleras aquí. Incluso lo acompañaba a sus tareas. Yo crecí en medio de este ambiente".
Asegura que desde su infancia vivió el ambiente que rodeó al cementerio. "Mi papá me contaba que los traslados se realizaban en carrozas. Los caminos eran empedrados y en los alrededores había mucha vegetación. No había cercas o muros en las afueras del camposanto, era abierto".
Cuando llovía, los panteoneros empujaban las carrozas para que las ruedas no resbalen en las calles de piedra. Incluso movían a los caballos entre tres o cuatro personas. j
Operativo en la zona
Para los días de feriado por el Día de los Difuntos se planificó un operativo especial de movilidad en San Diego, informó la Agencia Metropolitana de Tránsito (AMT). Iniciará el 03 de noviembre y finalizará el 06, en los exteriores del cementerio.
En las afueras del cementerio habrá cierres viales porque se prevé una alta afluencia de público. Se impedirá el paso en las calles Tumbez, desde la Chimborazo hasta la Bahía de Caráquez; la Marañón, desde la Chimborazo hasta Bahía de Caráquez y la intersección de la Imbabura y Chimborazo.
La ruta alterna planificada es la avenida Mariscal Sucre que conecta al sur con el Casco Colonial.
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