26 oct 2022 , 14:35

Organización de mujeres ecuatorianas aspira a un modelo carcelario "reparador"

Sus integrantes consideran que grupos que tratan de tomar el control en los centros penitenciarios del país

   

La agrupación 'Mujeres de Frente' ayuda desde el 2004 a mujeres ecuatorianas en prisión y a sus familiares, cuidando a sus hijos, ofreciéndoles talleres y comida, así como reclamando un modelo carcelario basado en la "reparación" y no "en el castigo".

Heidy Mieles y Juanita Cuenca son dos de las integrantes de este grupo "feminista contra el castigo" que participan esta semana en Madrid en las jornadas 'Debate público, disputas y lucha social' dentro de la programación de la Universidad Nacional de Educación a Distancia española (UNED) en su aniversario número 50.

Mieles criticó que el sistema actual penitenciario de Ecuador con "grandes megaestructuras apartadas de los centros urbanos", "inaccesibles" para las familias, haya arrebatado "su identidad" a los presos al acabar con el modelo anterior más "comunitario" y "autogestionado".

A su juicio, las cárceles están "controladas" por grupos "organizados" en un "trabajo muy en conjunto con el Estado y la policía".

"Hoy existen mafias que nosotros consideramos más bien grupos que tratan de tomar el control y se vive en una negociación entre el Estado, estos grupos y la autogestión de las mujeres y familias, que son quienes sostienen a la gente que está dentro", analiza.

Critican que ese "cuidado" se lleve a cabo en su gran mayoría por las mujeres que están fuera, quienes comparten también la "carga" de la sentencia, además del estigma de tener un familiar en prisión.

"Obviamente compartes la pena con tu familia, están arrastradas por la cárcel, los controles para entrar son inhumanos, auténticas violaciones, te obligan a abrir las piernas, te hacen tactos en zonas íntimas, para demostrar que por ahí no entran las armas que todo el mundo sabe que entran por rutas más legales", señala.

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Sin opciones al salir de prisión

Ambas denuncian que tras salir de prisión, los reos no "tienen opciones" de vida y se les dificulta reintegrarse a la sociedad.

"No hay formas de reparación, sales a la nada", dicen antes de asegurar de que quien "carga" con esa responsabilidad son de nuevo "las mujeres, madres, hermanas, tías o abuelas" que "cuidan de la salud material, económica y mental".

"Es un trabajo femenino de cuidados, como todo en el mundo, pero con más dolor porque nadie lo nombra y está ahí", apunta Heidy.

Por ello solicita una justicia "no castigadora, sino reparadora" y creen que el camino para lograrlo es "el feminismo popular".

"Aprendemos a oír a otras compañeras de la región, porque sabemos que la cárcel no es el camino", declara.

Además considera que las mujeres no deberían "estar siempre encaminadas a sostener el mundo".

"Creemos que hay que darle la vuelta, entendernos más, para nosotras es súper importante el cuidado de los niños porque hay una gran posibilidad de cambiar cómo pensamos y nos relacionamos", añade la ecuatoriana.

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¿Quién acaba en prisión

Juanita se queja de la falta de trabajo para algunos sectores de la sociedad como las franjas más pobres, los indígenas o los afrodescendientes, que hace que acaben trabajando y viviendo en la calle y asegura que les gustaría poder "ayudar a más mujeres" víctimas de esas situaciones.

Unas personas que, viviendo en los márgenes del sistema, tienen también más posibilidades de acabar en prisión y se ven obligadas a migrar fuera de sus lugares de origen.

"Toda esa carne de cañón es justamente toda esa gente desposeída de su territorio, toda esa gente que no tiene acceso a ningún tipo de trabajo formal, de seguridad social que tienen que terminar ingresando a negocios como el narco menudeo o a ser mulas", reclama Heidy.

La activista explica que muchas personas de "las poblaciones afros, jóvenes o sin estudios" han migrado "de territorios despojados por la gran industria alimentaria" que tras su incorporación acaban con la "economía comunitaria" de la zona.

"Llegan a las grandes ciudades y el racismo, la raza y el despojo hace que acaben entrando en estos escuadrones de venta minoritaria de drogas", lamenta.

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