El funcionamiento de las ocho centrales hidroeléctricas más grandes de Ecuador está en riesgo por el estiaje
Se prevé que la época seca se extienda hasta marzo, pero la situación ya es crítica por la falta de lluvias.
Como lo han advertido las autoridades, el estiaje o época seca recién ha empezado. Sin embargo, las reservas estratégicas de agua que se usan para la generación eléctrica caen y ponen en riesgo el funcionamiento de las plantas hidroeléctricas.
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Apenas ha transcurrido un mes de estiaje, que se prevé que dure hasta marzo, y la situación ya es crítica.
Ríos y reservas están sin agua
Mazar, la primera de las tres represas que conforman el complejo generador de Paute, tiene una capacidad de 1 700 megavatios. El nivel de agua ahí es de 2 119 metros y el mínimo de funcionamiento de esa central es de 2 098 metros.
El problema es que, en el último mes, la cantidad de agua en esa represa cayó nueve metros.
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Más al sur, en el río Paute, está la represa Amaluza, que alimenta de agua a la central Miguel Palacios y también a Sopladora. Estas tienen la capacidad para producir, en conjunto, casi 1 600 megavatios.
Allí, el nivel de agua está en 1 975 metros, 20 menos de lo óptimo para el funcionamiento de la central y a 40 metros por sobre el mínimo de operación, fijado en 1 935 metros.
Otro caso es el de Agoyán, central ubicada en Tungurahua, que puede producir 156 megavatios. Usa una represa alimentada por el río Pastaza. Actualmente, el agua está a 1 645,5 metros, apenas 50 centímetros por sobre el mínimo en el que la central puede operar.
La central Pucará también está en Tungurahua y para funcionar emplea el agua de la laguna de Pisayambo. El nivel está en 3 557 metros y el mínimo para que funcione es de 3 541 metros.
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Es un ejemplo de lo que sucede en las ocho centrales hidroeléctricas más grandes del Ecuador, que se encuentran en las estribaciones de la Cordillera Oriental. Estas, por la falta de lluvias, están en niveles críticos.
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