Integrantes del extinto grupo guerrillero ecuatoriano Alfaro Vive Carajo entregaron hoy, viernes, la espada del legendario líder liberal Eloy Alfaro, robada de un museo de la ciudad de Guayaquil en 1983 y que fue un símbolo de su accionar.
Integrantes del extinto grupo guerrillero ecuatoriano Alfaro Vive Carajo entregaron hoy, viernes, la espada del legendario líder liberal Eloy Alfaro, robada de un museo de la ciudad de Guayaquil en 1983 y que fue un símbolo de su accionar.
Una fuente del Ministerio Coordinador de Patrimonio indicó que la espada será entregada hoy en "Ciudad Alfaro", un museo y centro de convenciones situado a un costado de Montecristi, ciudad natal del revolucionario liberal en la provincia costera de Manabí.
El suceso se da un día antes de la conmemoración del centenario de la muerte de Alfaro, cuya imagen también ha sido recogida por el Gobierno del actual presidente, Rafael Correa.
El Ejecutivo, justamente, ha anunciado que desarrollará durante todo el año más de 120 actividades para conmemorar el centenario de la muerte de Alfaro, aunque los actos centrales se efectuarán mañana, sábado, en Montecristi y Quito.
Se prevé que la espada entregada hoy por los exguerrilleros sea presentada mañana en una ceremonia solemne en honor a Alfaro que presidirá el propio Correa en Montecristi.
Conocido también como "El viejo luchador", Eloy Alfaro combatió al conservadurismo en Ecuador durante treinta años en el siglo XIX y alcanzó la presidencia del país en dos periodos: de 1897 a 1901 y de 1906 a 1911.
Condujo el movimiento conocido como "Montoneros", integrado por campesinos y gente humilde, que se alzó en armas contra los gobernantes conservadores de la época.
Ya como presidente, Alfaro promovió la educación laica, construyó el ferrocarril que unió la costa y la sierra andina, impulsó los derechos de la mujer, desarrollo la producción y llevó adelante una reforma agraria.
Tras dejar la presidencia en su último periodo, fue desterrado a Panamá por los líderes conservadores que habían retomado el poder y volvió a Ecuador en enero de 1912 con el ánimo de dialogar con el Gobierno, pero el presidente de entonces, Leonidas Plaza, ordenó su detención en Guayaquil.
Alfaro fue conducido a Quito como prisionero en el mismo tren que había construido y tras ser recluido en un penal, fue asesinado en prisión por una turba de conservadores que arrastró su cuerpo por las calles de la ciudad y le inmoló en el parque de El Ejido, en el centro de la capital.
Ese episodio es conocido en Ecuador como "La hoguera bárbara", título de un libro del fallecido escritor Alfredo Pareja Diezcanseco.
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