26 mar 2025 , 13:40

Derrame de petróleo: las pérdidas económicas ascienden a USD 10 mil en complejos turísticos de Esmeraldas

El derrame de crudo que alcanzó las costas del cantón Esmeraldas no solo tiñó de negro el mar y el río, también dejó en pausa la economía de cientos de familias.

   

El crudo dejó una mancha en el mar y otra en la economía de Esmeraldas. La concurrencia de visitantes ha caído en un 90% desde que el derrame de petróleo alcanzó los principales balnearios del cantón.

En los 5 kilómetros de la playa, las Palmas, apenas 4 de los 15 puestos de alquiler de sillas y hamacas, retomaron su actividad este martes, luego de permanecer cerrados 13 días. Durante este periodo, los operadores perdieron cerca de USD 4 mil en conjunto, y aunque varios intentaron reactivarse, no han logrado generar ingresos.

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“Hasta ahorita no ha bajado nadie. No se ha visto gente porque todavía siguen limpiando y no dejan bañarse”.

Aunque el municipio de Esmeraldas aún no autoriza el ingreso al mar, algunos visitantes llegan a caminar por la playa y empiezan a verse quienes se arriesgan a meterse al agua.

A 15 minutos, en la parroquia Táchira, al menos tres complejos turísticos que están en la ribera del río Esmeraldas están paralizados.

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En este establecimiento, donde se realizan eventos sociales, contaban con una embarcación para recorridos fluviales. El dueño, Martín Pineda, relata que los residuos del crudo llegaron a la zona un día después de declarada la emergencia, justo cuando tenía previsto un evento.

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“Estábamos ya listos para salir y comenzó a llegar el tema de las manchas de crudo. Se nos acercaron embarcaciones de la Marina a decirnos que no era posible, que están suspendidas las operaciones en el estuario del río Esmeraldas.”

Las cinco áreas del complejo, destinadas a matrimonios, cumpleaños y otros eventos, no han sido utilizadas los fines de semana, que es cuando se concentra su actividad.

Sillas y mesas recogidas reflejan pérdidas económicas que ascienden a USD 10 mil. Río arriba, en San Mateo, el balneario de agua dulce al que solían acudir unas 400 personas cada semana, está vacío. En el malecón, 15 emprendedoras que vendían empanadas, corviches, llapingachos y bebidas han dejado de trabajar.

Incluso hay eventos que han quedado en el limbo. Encuentros deportivos programados para el feriado de abril y el tercer festival de la tilapia, que preparaba la junta parroquial para mediados de año, ahora están en duda.

Aunque la mancha de petróleo ya no es visible, el olor a crudo persiste y ahuyenta a los visitantes en estos tres sectores que dependen del turismo.

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