01 ene 2021 , 11:38

El COVID-19 y el presidente Moreno, los más quemados en Fin de Año

   

El tradicional festejo quedó prohibido de celebrarlo en público o en las calles.

Monigotes con las figuras del COVID-19 y del presidente Lenín Moreno han sido los que más han demandado los ecuatorianos para la quema del Año Viejo, la tradicional forma de despedir al año que, en esta ocasión, sufre las restricciones sanitarias impuestas para atajar el auge de la pandemia.

 

El tradicional festejo, prohibido de celebrarlo en público o en las calles, como ha sido la costumbre, se ha concentrado en los hogares con métodos y modelos ingeniosos de acuerdo a las circunstancias.

 

Con reuniones sociales de un máximo de diez personas, con pena de sanciones y multas, las familias ecuatorianas han recurrido a la tecnología y al ingenio para confeccionar los monigotes que quemarán a la medianoche.

 

Las calles de Quito, sobre todo la avenida América, donde en el pasado solían ubicarse decenas de vendedores de monigotes, ahora lucieron con muy pocas tiendas debido a las restricciones sanitarias y al toque de queda de seis horas aplicada entre las diez de la noche y las cuatro de la mañana para minimizar el contagio.

 

Pero las opciones también van más allá, en redes sociales ha circulado la imagen de una caricatura del presidente Moreno, al que se le puede designar cualquier tamaño para trasladarlo a una superficie plana, (papel o cartón), como un modelo para armar, que incluye su silla de ruedas.

 

También el internet ofrece algunos portales web en los que se pueden "diseñar" a gusto los "Año viejo virtual", para ser quemados, también de manera virtual en la Nochevieja.

 

Otros muñecos de cartón, elaborados con la forma del coronavirus, se expenden en tiendas y en calles de diversas ciudades, y algunos de los vendedores han asegurado que es el monigote más demandado, junto con la imagen del presidente Moreno.

 

Martha Sango, presidenta de la "Asociación 31 de diciembre", que organiza los sitios de venta de monigotes y afines en la avenida América de Quito, dijo a Efe que, pese a las restricciones, su colectivo decidió salir con la venta a la calle para mantener la tradición y obtener un pequeño beneficio.

 

Sin embargo, ella aseguró que hay una merma del 90 por ciento en el negocio, tanto por las restricciones, como por el temor de la gente al contagio.

 

Sobre todo, los artesanos han confeccionado monigotes pequeños, por ser más cómodos dadas las circunstancias.

 

Además, los muñecos, que antes eran engullidos de serrín, ahora han sido confeccionados con cartón o papel reciclado que, asimismo, es más amigable con el ambiente.

 

Para evitar las aglomeraciones, los sitios de venta han implementado medidas de bioseguridad para evitar el acercamiento físico entre los clientes.

 

"La gente llega, compra su muñeco y se va", añadió Sango que también ofrece en su pequeña tienda antifaces, máscaras y otros artículos propios para el festejo.

 

Ella, como muchos, esperan que el año 2021 sea mejor que el que termina, pero, sobre todo, espera que haya salud: "Queremos para nuestro país días mejores, que llegue la vacuna" y que los políticos "ya no roben".

 

Rosa María Martínez, otra de las vendedoras, fue enfática en criticar al año que termina, pues "la pandemia nos perjudicó a todo el mundo. Ojalá ya se vaya".

 

También se lamentó por el auge de la delincuencia y la falta de oportunidades de empleo, pues recordó que para muchos ecuatorianos como ella se aplica el principio; "Si no trabajo no como".

 

Jazmina Reina es una quiteña que fue a la avenida América por su monigote, y compró uno pequeño para quemarlo en el patio de su casa, pues recordó que está prohibido hacer fogatas en la calle como en el pasado, cuando se realizaban verdaderas verbenas para celebrar al Año viejo.

 

Reina dijo no estar muy de acuerdo con las restricciones, sobre todo con la de impedir la quema del Año viejo en sitios públicos. "Si se puede hacer con ciertas seguridades, pero hay que respetar la decisión", acotó.

 

Además, remarcó que esta era una oportunidad para permitir que la gente, que ha estado confinada o muy aislada, como los jóvenes y niños, puedan distraerse.

 

Las restricciones también incluyen la prohibición para que los jóvenes se disfracen de "viudas" para pedir "caridad" a los conductores, para financiar el "velorio" del Año Viejo que está próximo a morir.

 

Todas esas restricciones han obligado a las familias a refugiarse en los hogares, como única opción para celebrar al Fin de Año en tiempos de pandemia.

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