Los apagones obligan a comerciantes a gastar más en hielo para conservar productos
En Esmeraldas, vendedores minoristas deben comprar hasta seis sacos de hielo al día para conservar el pescado.
Los pequeños comerciantes de carnes y mariscos en diversas ciudades de Ecuador enfrentan serias dificultades para mantener la calidad de sus productos debido a los constantes cortes de energía.
En el puerto pesquero de Esmeraldas, Flavio Mercado, un vendedor minorista, relata que deben comprar hasta seis sacos de hielo al día para conservar el pescado. Sin embargo, este recurso no solo es escaso, sino que también ha incrementado su precio de dos a tres dólares por saco, lo que impacta directamente en sus costos operativos y reduce sus ganancias.
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La falta de equipos de refrigeración en mercados como el de Esmeraldas ha provocado pérdidas significativas. Según Flavio, las ventas han disminuido en un 30 % debido a que algunos clientes desconfían de la calidad del producto.
Una situación similar ocurre en Guayaquil, donde Miguel Mejía, dueño de una carnicería, admite que no cuenta con un generador eléctrico. Para evitar el deterioro de la carne, congela todos sus productos, pero esto no convence a algunos compradores, quienes han optado por dejar de adquirirle.
En Cuenca, los vendedores de proteínas como pollo, carne de res y cerdo han tomado medidas para mitigar las pérdidas. Reducen la cantidad de producto que compran para evitar desperdicios, especialmente ante la inminente venta de pavos y perniles, muy demandados en esta temporada. Byron Morales, propietario de una carnicería en la ciudad, afirma que ha registrado una caída del 40% en sus ventas en comparación con el año pasado, lo que refleja el impacto económico que los cortes de energía tienen sobre este sector.
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La situación genera incertidumbre entre los comerciantes, quienes buscan alternativas para mantener sus negocios operativos. Sin embargo, la falta de infraestructura adecuada y los costos adicionales como el hielo o generadores eléctricos han complicado su labor.
Este panorama afecta no solo a los vendedores, sino también a los consumidores, quienes enfrentan precios más altos y una oferta limitada de productos frescos.
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